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Warhammer 40.000 => Trasfondo => Mensaje iniciado por: Yvrainne (Sadhira) en 18 de Junio de 2007, 22:57:08

Título: El Ordo Hereticus
Publicado por: Yvrainne (Sadhira) en 18 de Junio de 2007, 22:57:08
Te voy a ir colgando cachos Asgaard, porque de tirón no lo paso todo al ordenador ni de coña, pero bueno me lo he propuesto y lo llevaré con resignación XD
EL ORDO HERETICUS
El Ordo Hereticus es un organismo hermético dentro de la Inquisición que se fundó en los albores del Imperio con la misión de defender a la Humanidad de la miríada de peligros que suponen la bruja, el hereje y el mutante.  Los inquisidores del Ordo Hereticus son individuos siniestros, cortados por un patrón muy diferente del de sus hermanos del Ordo Malleus y del Ordo Xenos, y sus misiones suelen consistir en perseguir a sus camaradas inquisidores que tienen trato con lo demoníaco y lo alienígena, ya que estas actividades se encuentran entre los crímenes más horrendos del Imperio. Tal es el poder que un inquisidor tiene en sus manos que puede requerir la ayuda de cualquier división de las fuerzas armadas del Imperio y nadie puede negarse a esta petición. Un inquisidor puede incluso requerir la ayuda de los Marines Espaciales en caso de que la amenaza sea mayor de lo que él y cualquier ejército reclutado en el lugar sean capaces de hacer frente.

Nacido tras los estragos causados por la Era de la Apostasía, cuando el demente Señor Vandire sumió al Imperio en uno de los períodos más sangrientos de su ya de por sí sangrienta historia, el Ordo Heréticus es el guardián del futuro de la Humanidad. Junto con su cámara militante, el Adepta Sororitas (también conocido como las Hermanas de Batalla), el Ordo Hereticus da caza a la amenaza más insidiosa de la Humanidad, el enemigo interior: la brujería, la herejía y la mutación, y la destruye.

Las Hermanas de Batalla son ejemplos vivos de todo lo que la Humanidad tiene de bueno, paradigma de la fe, la devoción y la pureza. Además de formar la cámara militante del Ordo Hereticus, las Hermanas de Batalla también componen el brazo armado de la Eclesiarquía, la descomunal organización dedicada a la adoración del Emperado y la predicación del Credo Imperial. Al estar armadas con las mejores armas y armaduras que la Eclesiarquía puede ofrecer, se encuentran entre los mejores y más valerosos guerreros con los que puede contar un inquisidor.

LA ECLESIARQUÍA Y EL ORDO HERETICUS
La Eclesiarquía ha sido la luz y la guía de los servidores del Emperador durante casi diez mil años y a través de algunas de las épocas más oscuras que se puedan imaginar. Tan grandes eran el carisma y la fuerza sobrenatural del Emperador que muchos ya empezaron a rendirle culto como dios mucho antes de su media muerte a garras del traidor Señor de la Guerra Horus. La traición del Señor de la Guerra había destruido prácticamente todo el Imperio, que estaba al borde de la anarquía. En aquellos aciagos días, la guía espiritual fue más necesaria que nunca y , cuando se extendió la noticia del sacrificio supremo del Emperador, todos los habitantes del Imperio comenzaron a adorarlo y glorificarlo. Aparecieron visionarios en una infinidad de planetas que empezaron a predicar que el Emperador seguía vigilando a los fieles y estos individuos inspirados por la divinidad atrajeron rápidamente a montones de discípulos. En muy poco tiempo, estos cultos se fueron extendiendo por toda la galaxia. Los más fuertes crecieron y prosperaron asimilando o erradicando a los más pequeños hasta que una secta en particular de fieles del Emperador llegó a dominar a todas las demás: el Templo del Emperador Salvador. 

EL TEMPLO DEL EMPERADOR SALVADOR
Billones de billones reverenciaron al Emperador hasta que, a principios del 32º Milenio, casi dos tercios del Imperio quedaron unificados bajo su religión. Tan solo los guerreros del Adeptvs Astartes y los adeptos del Culto Mechanicus quedaron exentos de los principios del culto al tener sus propias creencias, tradiciones y formas de adoración. Menos de un siglo más tarde, el Templo del Emperador Salvador fue reconocido como la religión oficial del Imperio y se le otorgó el título de Adeptvs Ministrorum o Eclesiarquía. El poder de la Eclesiarquía aumentó hasta llegar un punto en que su presencia en el consejo de los Altos Señores de Terra se hizo permanente. Gracias al poyo del Adeptvs Terra, el Ministrorum extendió su influencia por todo el Imperio y todos los que no se unieron a sus filas fueron desterrados como paganos. 

Al no tener rival en los asuntos espirituales, el Ministrorum tomó medidas para garantizar que si control de extendiera a todas las facetas de la vida imperial. Se llegó al extremo de que los Altos Señores de Terra debían ser nominados por el líder del Ministrorum, el Eclesiarca, al considerar que él era la voz del Emperador (creencia que el Ministrorum no tuvo ninguna intención de desmentir), Al poco tiempo, el Ministrorum se convirtió a la práctica en el señor del Imperio; dictaba la ley imperial, reunía ejércitos y decidía qué amenazas debían ser afrontadas. Sin embargo, a medida que aumentaba el poder del Ministrorum, las fuerzas seculares del Administratum luchaban por el poder que duró hasta el 41º Milenio. Y en medio de aquel torbellino de conflictos apareció la figura de Goge Vandire, 361ºAlto Señor del Administratum.

LA ERA DE LA APOSTASÍA
A PRINCIPIOS DEL m.36, Vandire desestabilizó el dominio total de la Eclesiarquía en una serie de osadas actuaciones manipulando abiertamente al Ministrorum a través del asesinato  y de la fuerza bruta. Tomó el control del Monistrorum en lo que solo puede ser considerado un golpe de Estado y ocupó el puesto dual de Eclesiarca y Alto Señor del Administratum sumiendo al Imperio en el periodo más sangriento de su historia desde la Herejía de Horus: la Era de la Apostasía y el Reino de Sangre. Vandire era un paranoico megalómano, veía complots y traiciones por doquier y su mente era un rocambolesco laberinto de sospechas y engaños. Incontables millones de personas murieron víctimas de su Reino de Sangre y en su locura se destruyeron planetas enteros. Al principio de su sangriento reinado, Vandire descubrió en el planeta San Leor una orden de guerreros formada exclusivamente por mujeres y conocida como las Hijas del Emperador, que él rebautizó como las Consortes del Emperador y transformó en sus guardaespaldas personales.

El reino de sangre se alargó siete décadas y millones de individuos ardieron en las hogueras de la demencia de Vandire. Según fueron pasando los años, Vandire se volvió cada vez más violento y sus cambios de humor cada vez más impredecibles.
Desarrolló un mórbido temor a la luz y a menudo vagaba por los sombríos pasillos del Palacio Imperial, preso de desvaríos y declaraciones delirantes. Fe en aquel oscuro e inhóspito lugar en el que un mensajero solitario trajo la noticia que iba a poner fin al Reino de Sangre. En el mundo de Dimmamar, una secta conocida como la Confederación de la Luz se había hecho con el poder y había denunciado a Vandire como traidor. Liderada por un hombre llamado Sebastian Thor, la Confederación de la Luz propagó su mensaje a toda una población maltratada y ansiosa por deshacerse del yugo de la opresión, de modo que en muy poco tiempo un sistema tras otro fue uniéndose a Sabastian Thor.

Se reunió una descomunal flota de guerra formada por la mayor parte de las fuerzas armadas del Ministrorum para aplastar a los sistemas rebeldes, pero poco después de partir fue destriída por una tormenta de disformidad de terrorífico poder en una zona del espacio en la que aún hoy se sigue llamando la Tormenta de la ira del Emperador. Destruida la mayor parte de las fuerzas del Ministrorum, se produjeron grabdes oleadas de rebeliones por todo el Imperio y montones de sistemas se declararon a favor de Thor y de la Confederación de la Luz. Como grandísimo orador que era, Sebastian Thor convirtió a millones de ciudadanos imperiales a su causa y se lanzó a por Vandire. Cuando la cruzada de Thor destruyó las pocas fuerzas leales al Eclesiarca que quedaban, los Marines Espaciales y el Adeptvs Mechanicus (que en general se habían mantenido a la defensiva durante la Era de la Apostasía) fueron finalmente capaces de unirse a Thor y llegar a Terra.

El palacio imperial volvió a verse bajo ataque, auqneu esta vez por parte de las fuerzas leales al Emperador. Durante meses, las murallas del palacio resistieron todos los asaltos hasta que al final el Adeptvs Custodes, la guardia pretoriana del propio Emperador, buscó a Alicia Dominica, la cabecilla de las Consortes del Emperador, y a sus más leales camaradas. Los custodes las llevaron ante el Emperador, aunque sigue sin saberse lo que ocurrió entonces. Cuando emergieron de las entrañas del palacio, renunciaron al nombre de ?Consortes? a favor de su título original como Hijas del Emperador y se dirigieron, presas de una furia que apenas podían controlar, hasta la cámara de audiencias de Vandire. Lo encontraron enfrascado en otra diatriba sangrienta y, deteniéndose sólo para condenarlo por sus crímenes contra el Emperador, Alicia Dominica le cortó la cabeza al traidor. El Reino de Sangre había llegado a su fin.

LA REFORMA
Sebastian Thor acabó convirtiéndose en Eclesiarca y el Monistrorum cambió para siempre. Fundó el Sínodo Ministerial en Ofelia VII para mantener separados los poderes de la Eclesiarquía. El poder absoluto del Ministrorum ya no recaería en un solo hombre para que así no pudiera aparecer otro Vandire. Se llevaron a cabo grandes cambios para que el Ministrorum  volviera a ser lo que había sido en un principio y, lo más importante de todo, se promulgó el Decreto Pasivo en 288.M36. esta histórica ley impedía al Ministrorum formar ?hombres armados?, de modo que Thor disolvió los ejércitos y las flotas que habían estado a las órdenes de Vandire e incorporó a las Hijas del Emperador en la jerarquía militar renombrándolas como la cámara militante del Adepta Sororitas, las Hermanas de Batalla. A pesar de que aquello desagradó bastante a los recién reinstaurados Altos Señores de Terra, no pudieron oponerse a Thor, cuya insistencia en que las Hermanas se encargarían de administrar la Eclesiarquía y de hacer cumplir sus designios acabó de convencer a los que ponían en duda sus decisiones. Con todo, quizás el grupo más importante que vio la luz tras la Era de la Apostasía no fue en absoluto resultado de la voluntad de Thor, sino a petición de los amos secretos de las órdenes sagradas de la Inquisición del Emperador. Aquella nueva organización fue el Ordo Hereticus.

EL ORIGEN DE LOS CAZADORES DE BRUJAS
El Ordo Hereticus nació de las cenizas de la Era de la Apostasía con la intención de proteger contra el enemigo interior. Mientras que la Inquisición controla todos y cada uno de los aspectos del Imperio en general, la preocupación básica del Ordo Hereticus es la detención y el juicio del psíquico no autorizado, del hereje y del mutante. Dado que la misión expresa del Adepta Sororitas y la del recién creado Ordo Hereticus estaban íntimamente relacionadas, no pasó mucho tiempo antes de que los deberes y la jerarquía de ambas organizaciones pasaran a tener el mismo santo propósito. A pesar de que el Adepta Sororitas seguiría siendo para siempre el principal brazo armado de la Eclesiarquía, también se convirtió en la cámara militante del Ordo Hereticus.
El Ordo Hereticus, una división sombría de una organización ya de por sí envuelta en velos de misterio, es el guardián de la Humanidad, el vigilante a las puertas que protege a la Humanidad tanto de sus propias debilidades como de las amenazas que vienen de afuera. Los Cazadores de Brujas del Ordo Hereticus son individuos siniestros y temidos, con la piel pálida por los largos días que pasan en las cámaras de tormento de las fortalezas de la Inquisición o por las semanas que dedican a consultar textos antiguos que tratan de lo hereje y de sus maquinaciones.

La llegada de un inquisidor del Ordo Hereticus es recibida siempre con la misma dosis de temor que de respeto, ya que nadie sabe dónde se posará su penetrante mirada y sobre quién podrían llegar a recaer sus sospechas.

Además de supervisar a la Eclesiarquía para garantizar que las guerras de fe no sobrepasan su mandato o que su gran número de cardenales no reúnen más poder del que se considera necesario, el Ordo Hereticus vigila de cerca muchas otras organizaciones imperiales: el Adeptvs Arbites, los Marines Espaciales y hasta los mismos miembros de la Inquisición. Supervisa la pureza tanto doctrinal como física y no hay nadie que escape a su jurisdicción. Hace falta ser muy valiente para cruzarse en el camino de un Cazador de Brujas, pues solo por oponerse a un miembro del Ordo Hereticus un individuo puede ser considerado y declarado hereje y Extremis Diabolus.


Título: El Ordo Hereticus
Publicado por: Terradas en 18 de Junio de 2007, 23:22:35

Tenemos ya colgado esto: http://web.adeptvs.com/index.php?ind=reviews&op=entry_view&iden=14#

Miratelo para no hacer trabajo de más ok? Y también en post nuevos así la gente puede completar info.
Título: Re: El Ordo Hereticus
Publicado por: karlitoz en 19 de Junio de 2007, 09:25:40
Me gusta que la hermana de batalla Sadhira que vaya enterando de qué es la Ordo, jejeje
Título: Re: El Ordo Hereticus
Publicado por: Yvrainne (Sadhira) en 19 de Junio de 2007, 21:13:32
EL ADEPTA SORORITAS
El Adepta Sororitas se creó tras las reformas llevadas acabo por Sebastian Thor en la Eclesiarquía en los últimos tiempos de la Era de la Apostasía, cuando las Hijas del Emperador se dividieron en dos órdenes: el Convento Prioris de Terra y el Convento Sanctorum de Ofelia VII.

LOS CIMIENTOS
Gran parte del Imperio seguía sufriendo los efectos de la devastación del Reino de Sangre de Vandire, de modo que, durante los primeros años de existencia de la hermandad, Alicia Dominica encabezó guerras de fe contra un sinfín de pretendientes a puesto de eclesiarca que el Alto Señor renegado había dejado tras de sí. Silvana, Mina, Lucía, Katherine y Arabella, las hermanas que se habían unido a ella ante el Trono Dorado, acompañaron a Dominica. Las Sororitas se vieron presas de una refulgente determinación de la que no se habían tenido muestras desde los legendarios tiempos de la Gran Cruzada y llevaron la ardiente llama del divino juicio del Emperador hasta los rincones más oscuros  del Imperio.

Fue en el apogeo de la Reforma ciando se creó el Ordo Hereticus y no pasó mucho tiempo antes de que las dos organizaciones se unieran para perseguir objetivos comunes. Aunque los detalles están envueltos de misterio, la Hermandad y los Cazadores de Brujas formalizaron sus lazos de unión en un cónclave secreto al que se suele llamar entre susurros la Asamblea de Nephilim. En la Asamblea se declaró que las órdenes militantes del Adepta Sororitas se pondrían a disposición del Ordo Hereticus siempre que recibieran la orden por parte de un inquisidor debidamente nombrado, formando así la cámara militante de los Cazadores de Brujas.  La Hermandad seguiría estando bajo los auspicios de la Eclesiarquía de forma permanente y retendría los derechos y las responsabilidades que le habían sido concedidos por Sebastian Thor.  Hay quién dice que esto sucedió así porque los Altos Señores de Terra, en particular en Representante de la Inquisición  en el Senatus Imperialis, no estaban dispuestos a permitir que la Eclesiarquía incumpliera el espíritu, y aún menos la ley escrita, del Decreto Pasivo. Bajo los términos de la Asamblea de Nephilim, la Eclesiarquía retendría a las Hermanas de Batalla como fuerza de combate y el recién formado Ordo Hereticus adquiriría una cámara militante totalmente leal.

También se rumorea que la información que Dominica y sus compañeras recibieron al ser presentadas ante el Trono Dorado coincidió de algún modo con los misteriosos objetivos del Ordo Hereticus. Se desconoce con exactitud cuál es la secreta misión conjunta que desempeñan ambas organizaciones, aunque es probable que esta solo sea conocida por los miembros de mayor rango y que muchos herejes hayan perecido víctimas de insoportables dolores como castigo por buscar tales conocimientos.

LA EXPANSIÓN
Con el tiempo, las órdenes militantes fueron creciendo y extendiéndose como organizaciones grandes y poderosas y el sucesor de Sebastian Thor, el Eclesiarca Alexis XXII, decretó que casa uno de los dos conventos se dividieran a su vez en dos órdenes militantes. El Convento Prioris se dividió en la Orden del Cáliz de Ébano, cuya primera líder fue Dominica, y la Orden del Sudario de Plata, dirigida por Silvana. El Convento Sanctorum se dividió en la Orden del Corazón Ardiente, encabezada por Katherine, y la Orden del Corazón Valeroso, bajo las órdenes de Lucía.

Al final del M.36, las Hermanas de Batalla se habían convertido en  sinónimo del poder temporal de la Eclesiarquía, hacían cumplir su dogma y llevaban a cabo sus guerras por toda la galaxia, además de apoyar al Ordo Hereticus en su función de cámara militante. Las órdenes se extendieron y establecieron conventos subsidiarios en planetas clave de todo en Imperio. Dominica, Katherine, Silvana y Lucía, que habían sido declaradas Santas en vida, llevaron a acabo hazañas que acabarían por hacerse legendarias incluso en una galaxia repleta de leyendas. No obstante, tales leyendas casi nunca tienen un final feliz, ya que primero Dominica, y luego Silvana y Lucía fueron martirizadas por hombres malignos y celosos de su fe y de su pureza. Caundo Katherine fue asesinada por el Aquelarre de Mnestteus, su orden pasó a llamarse la Orden de Nuestra Señora Mártir por lo mucho que sus hermanas lloraron su muerte.

A mediados del M.38, el Eclesiarca Deacis VI creó dos órdenes más: la Orden de la Rosa Ensangrentada, con base en el Convento Sanctorum, y la Orden de la Rosa Sagrada, con base en el Convento Prioris. Ambas fueron fundadas por grupos de hermanas que veneraban a las otras dos compañeras de Dominica: Mina y Arabella y, aunque estas mártires (que ya hacía mucho tiempo habían muerto) nunca dirigieron sus órdenes a la batalla, cada una de ellas fue fundada en su nombre: la Rosa Ensangrentada en honor a Mina y la Rosa Sagrada en honor a Arabella.

EL ORIGEN DE LAS ÓRDENES MILITANTES MENORES
A medida que la cantidad de guerreros de las órdenes militantes fue cambiando y pasó de un par de miles a muchos miles, los conventos subsidiarios empezaron a cobrar su propia importancia. Aquellas bases pequeñas y aisladas solían ser perfectas para responder a las peticiones de ayuda del Ordo Hereticus, así que con el tiempo acabaron por independizarse de las órdenes que las habían fundado y establecieron sus propias tradiciones, doctrinas, libreas y títulos. A pesar de que las seis órdenes originales son con mucho las órdenes militantes más integrantes y más activas de todas, las nuevas órdenes militantes menores u Ordines Minores se hicieron especialmente útiles en las frecuentes batidas de pureza y pogromos llevados a cabo por los Cazadores de Brujas.

LA HERMANDAD Y LOS CAZADORES DE BRUJAS
A lo largo de la historia, las Adepta Sororitas han sido vitales en multitud de intervenciones militares, algunas de las cuales, a instancias del hermético Ordo Hereticus, puede que nunca se incluyan en la historia oficial del Imperio. Santa Aspira, la decimoctava canonesa de la Orden de la Rosa Ensangrentada, condujo a sus hermanas a una guerra de fe contra el Tirano de Denescura y liberó cien planetas con una fuerza formada por sólo mil guerreras. Cuando el Archiconfesor Cornellius predicó la guerra de fe en la que todos los demagogos del Cisma de la Segunda Aureola acabaron ardiendo en piras de veinte metros de alto, fueron las guerreras de la Orden de la Rosa Sagrada las que eliminaron la fanática defensa del culto en el Palacio del Resplandor. Cuando el famoso Confesor Petasus llevó a cabo su pogromo contra los mutantes de Charak, fueron los lanzallamas de la Orden del Sudraio de Plata, a las órdenes de la Canonesa Preceptora Chrisima, los que purificaron las calles de la maligna mancha de la desviación genética.

A pesar de que no existen registros completos de los hechos que puedan confirmarlo, se cree que fue la Orden de Nuestra Señora Mártir, bajo las órdenes del Cazador de Brujas Tannenburg del Ordo Hereticus, la que cayó sobre el Scriptorum de San Garrat, arrastró a cientos de escribas del Adeptvs Terra hasta las cámaras de tormento de Némesis Tessera y prendió fuego al scriptorum. Los adeptos presentaron quejas formales a las más altas autoridades de Terra, pero estas se silenciaron cuando el Inquisidor Tannenburg aportó trescientas tinajas de muestra, cada una de las cuales contenía los restos conservados de un escriba con sus mutaciones anteriormente ocultas a la vista de todo el mundo. Dentro de sus tinajas, todos ellos tenían una mirada de terror mudo y mortal y su repugnante apariencia formaba una clara evidencia de los horrores que se escondían en el mismo corazón del Administratum.

LOS DEFENSORES DE LA FE
Mientras el 41º llegaba a su fin, las Adeptvs Sororitas se vieron involucradas en varios de los conflictos más infames de los que se tiene memoria. En Armageddon, la Orden de Nuestra Señora Mártir sufrió bajas tan graves por parte de los Orkos que cambió sus libreas y pasó de vestir túnica negra a una capa roja para honrar el martirio de las Hermanas que cayeron en la Colmena Tempestora.

Al termino de aquel turbulento milenio, las Hermanas de Batalla del Adepta Sororitas se contaron entre la multitud de defensores de la Puerta Cadia, preparadas para sacrificarlo todo por el futuro del Imperio y de la Humanidad, con una fe que es un arma tan potente como sus bólteres y una devoción que es un escudo tan fuerte como su armadura.
Título: Re: El Ordo Hereticus
Publicado por: Yvrainne (Sadhira) en 20 de Junio de 2007, 19:14:32
Hoy poquito que ha sido un día duro...

LAS SANTAS EN VIDA
Las heroínas más grandes del Adepta Sororitas pueden, bajo las circunstancias más excepcionales, ser declaradas Santas en vida. Tal ascensión sólo suele producirse un puñado de veces cada milenio y cuando ocurre es motivo de gran júbilo en todos los planetas del Imperio.

Antes de declarar a alguien Santa en vida, un cónclave conjunto de la Inquisición y la Eclesiarquía debe confirmar primero que dicha declaración es cierta y el individuo en cuestión justo y puro. Algunas de estas asambleas han llegado a durar años, durante los cuales las distintas facciones discuten una y otra vez hasta alcanzar un acuerdo. Lógicamente, los más fervientes partidarios de la beatificación se encuentran entre los thorianos. Esta facción de la Inquisición considera que el gran santo Senastian Thor era en realidad el recipiente a través del cual el Emperador pudo participar directamente en el curso de la historia y que en los incontables billones de miembros de la Humanidad existen otros ejemplos de tales ?avatares?.  Otros, obviamente miembros del Ordo Malleus, se oponen a estas teorías, ya que ven la amenaza de la dominación por parte de los habitantes de la disformidad.

Una Santa en vida es un ángel vengador, un ser terrible y maravilloso de contemplar, pues brilla con la más pura de las luces y lleva la muerte y la destrucción al impuro. No obstante, no deja de ser cierto que las llamas que brillan el doble también se consumen el doble de rápido, ya que ningún ser humano es capaz de manejar tal poder para siempre. De ahí el nombre de ?Santa en vida?, pues su ascensión es a la vez su martirio y su muerte es una profecía que se acaba cumpliendo por su propia naturaleza.