Autor Tema: Trasfondo de La flota de exploración de Pelusa V  (Leído 3868 veces)

Desconectado Ardias

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Trasfondo de La flota de exploración de Pelusa V
« en: 07 de Noviembre de 2008, 02:26:04 »
Pelusa V

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Re: Trasfondo de La flota de exploración de Pelusa V
« Respuesta #1 en: 07 de Noviembre de 2008, 12:00:15 »
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Re: Trasfondo de La flota de exploración de Pelusa V
« Respuesta #2 en: 07 de Noviembre de 2008, 15:24:13 »


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Re: Trasfondo de La flota de exploración de Pelusa V
« Respuesta #3 en: 08 de Noviembre de 2008, 18:25:12 »
El Pecio

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Re: Trasfondo de La flota de exploración de Pelusa V
« Respuesta #4 en: 09 de Noviembre de 2008, 20:12:30 »
Abraxas

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Re: Trasfondo de La flota de exploración de Pelusa V
« Respuesta #5 en: 09 de Noviembre de 2008, 22:27:51 »


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Desconectado Ardias

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Re: Trasfondo de La flota de exploración de Pelusa V
« Respuesta #6 en: 10 de Noviembre de 2008, 20:41:22 »
La Baliza

Desconectado Ardias

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Re: Trasfondo de La flota de exploración de Pelusa V
« Respuesta #7 en: 10 de Noviembre de 2008, 21:55:43 »
Los Hacedores del Pánico

El momento ha llegado piensa Numitor observando a los traidores Guerreros de Hierro. Desde hace mucho los Ultramarines no se habían enfrentado a esos perros herejes. Ya ha enfrentado a los pestilentes Guardias de la Muerte y a los dementes Hijos del Emperador. La única campaña que recuerda por los libros de historia contra ellos es el Asedio de Tulwa y no fue nada fácil, pero esto es distinto y no están en su fortaleza, eso es una gran ventaja. No hay viento, el calor en la llanura aumenta y el silencio es total.

-¡Vamos hermanos! - grita el joven capitán, rompiendo el silencio- ¡Muerte a los traidores!

Sin pensarlo dos veces, el Capitán Numitor, los “Águilas Negras”, “Escuadrón Gaius” y  “Escuadrón Valius” se lanzan al ataque. Las demás escuadras los siguen y comienzan a emplazar sus armas pesadas a excepción del “Escuadrón Zombi” que utiliza su lanzamisiles contra el Dreadnaught de los traidores, pero el proyectil revienta en su superficie sin hacerle mayor daño. La enorme máquina voltea mientras emite un gemido discordante y camina hacia ellos levantando el polvo del lugar con cada paso. El Sargento Mainard ordena a sus exterminadores avanzar y disparar los cañones de asalto contra el blindaje lateral del Profanador pero lo único que consiguen es llamar la atención de esa mostruosidad que ahora avanza hacia ellos.

– Maldición …– dice Mainard furioso- Esa cosa no nos va a derrotar,¡avancen hermanos! Demostrémosle a esa blasfemia mecánica quienes somos.
– ¡¡Fuego!!-ordena el sargento Hunter con determinación mientras su escuadra de exterminadores camina. Los misiles Ciclón impactan contra el  lateral del Basilisk y lo hace volar en mil pedazos llevándose consigo a los traidores que lo conducian.

– ¡Bien hecho hermanos! Avancen hacia la baliza. Cúbrannos hermanos.
– Te tenemos vigilado.- dice Laguz listo a dispararle a lo primero que se ponga frente a ellos mientras los hermanos de la escuadra “Los
Condenadores” cantan mentalmente las Letanías de Puntería de sus respectivas armas pesadas.
– ¡No te preocupes viejo amigo! – dice Kardan – no les quitaremos los ojos de encima.

Por el lado sur, las explosiones han tomado por sorpresa a los traidores que permanecen cerca del marcador Tau, pero mayor es su sorpresa al ver a seis marines espaciales con retroreactores  cayéndoles encima con una furia innatural y llavando la justicia del Emperador.

–¡¡Mueran malditos!! – grita Numitor mientras cercena brazos, piernas y cabezas de traidores con las “Garras del Águila”. Su rabia se transmite a ellas y atraviesa con rapidez sobrenatural las filas de los herejes como una guadaña segando un campo de trigo. El Sargento Ailex y sus hermanos asisten a su capitán en la sangrienta labor. El polvo de la reseca llanura se confunde con el sangriento combate cuerpo a cuerpo.

El Dreadnaught de los traidores ruge de furia y corre violentamente hacia los “Águilas Negras”,  pero ellos se dan cuenta a tiempo de la embestida y cubren a su señor.

–¡Usen sus bombas de fusión! – ordena el Sargento Ailex. Los marines de asalto lanzan sus bombas hacia la aberración y sólo una logra impactar contra el frontal de esta haciéndola estallar en mil pedazos, pero cuatro miembros de la escuadra caen heridos por la explosión. Esto hace enfurecer aún más al Capitán Numitor  y canaliza dicha furia descuartizando a los enemigos que tiene al frente mientras recita una Letanía de Odio, la cual es secundada por el Sargento Ailex que no lo deja solo ni un momento.

La única escuadra de traidores que está libre del salvaje ataque dispara contra los “Hijos de Acastos”. Sus ataques de cañón láser y bolteres profanados sólo logran la ira del Sargento Aar y sus hermanos.

–¡¡No quiero sobrevivientes!!
–¡¡Que mueran en Nombre del Emperador!! – grita el Sargento Butch.
–¡¡Estoy con ustedes!!- grita Malus a sus hermanos de armas.

Las tres escuadras arremeten contra los herejes disparando todo lo que tienen y no queda de ellos ni su patético recuerdo. Los tres sargentos se intercambian signos de aprobación y avanzan raudos hacia la baliza pisando los restos de los traidores para ayudar a los exploradores y a su capitán.

El Profanador corre hacia la “Escuadra Gaius” disparando su ciclópeo lanzallamas. El prometeum maldito impacta a las armaduras de exterminador con su fétido calor, lo cual hace que las ansias de combatir aumenten en los corazones de los veteranos. Estas ansias terminan concretándose en el momento que la máquina infernal los ataca con sus enormes garras, semejantes a las de un enorme Cangrejo de Talasar. El monstruo de metal ruge al fallar todos los ataques contra los exterminadores que devuelven el ataque con sus puños de combate. Estos impactan contra las patas de la aberración del caos y se las arrancan de cuajo. El hermano Job va más allá y con un gran esfuerzo salta sobre el habitáculo de la blasfemia mecánica y le dispara a quemarropa con su cañón de asalto para finalmente abrirlo con su puño de combate como quien abriese un huevo. El Profanador cae pesadamente frente al Sargento Mainard y él y su escuadra consolidan hacia la baliza.

– ¡Preparense hermanos! – dice el sargento – Esto aún no termina.

El “Escuadrón Zombi” mira como el Capitán Numitor y el Sargento Ailex dan cuenta de los últimos traidores que se encuentran cerca de la baliza. El Sargento Marcus ordena a sus muchachos avanzar hacia la edificación alienígena. Atraviesan rápidamente las rocas y árboles y se sitúan frente a su blanco. El Hermano Jhiu saca de su morral un aparato de decodificación y busca una terminal tal como las habían visto sus hermanos de batalla en la Batalla del Golfo de Damocles. Los demás exploradores cogen a sus camaradas heridos y los apoyan en la pared lateral de la baliza para atender sus heridas. Finalmente Jhiu encuentra la terminal. Da gracias al Emperador y conecta el dispositivo para que la “Miranda” pueda entrar al sistema Tau y leer sus datos.

Los “Cazadores de Ultramar” se detienen un momento para tener un buen lugar para escoger sus blancos. En esta posición es difícil que alguien pueda hacer uso de las rocas o las delgadas antenas Tau para refugiarse piensa el Sargento Butch mirando el cañón de plasma que lleva su escuadra. Pero hay algo que no le gusta, así que ordena acercarse un poco más hacia la baliza en formación cerrada ya que no hay peligro de máquinas de guerra con artillería pesada. Pero hay algo más.

-Esto no puede ser todo lo que tengan estos herejes para enfrentarnos. ¡Estén atentos hermanos!-dice Butch presintiendo algo muy malo.

De repente, cerca de la “Escuadra Gaius”  el aire se arremolina y un brillo seguido de un estampido sónico hace aparecer algo del Epireo. Son una pareja de Arrasadores del Caos, traidores que tienen una horrenda armadura mutada pegada a su cuerpo. Estos transforman sus brazos en inenarrables artilugios parecidos a rifles y disparan ráfagas de plasma contra la sorprendida escuadra de exterminadores, de los cuales dos caen mortalmente heridos. “Los Condenadores” y “Los Guardianes de Iax” al ser testigos de esto disparan sus armas pesadas sin piedad contra estos engendros del caos y los destruyen usando sus sagrados cañones láser.  Ambas escuadras de Exterminadores avanzan lo más rápidamente posible hacia la Baliza, así como las demás escuadras que comienzan a cerrar sus formaciones en las cercanías del blanco.

Del extremo norte, muy cerca de donde los arrasadores habían hecho su aparición, cae una escuadra de Rapaxes sobre la “Escuadra Gaius”, la cual trata de defenderse pero la superioridad numérica si contar con las armas de su maldito paladín acaban inutilizando a los exterminadores. La rapidez de estos engendros es tan grande que llegan a trabarse también con la “Escuadra Valius” la cual es atacada sin tregua. Numitor mira esto y vuela hacia la zona para ayudar a sus hermanos, pero es tarde. Toda la escuadra es inutilizada por completo y, para empeorar las cosas, parece otra pareja de Arrasadores que mutan sus brazos en enormes cañones y disparan contra el Capitán Numitor, pero el Sargento Ailex lo cubre con su espalda. El retroreactor del sargento estalla, pero su servo armadura lo protege del impacto y cae herido. El joven capitán al ver esto se da cuenta que en verdad sus hermanos se preocupan por él.

– Vamos señor…– dice Ailex - no deje a ningún traidor en pie.

Numitor escucha las palabras de su hermano y lo ve perder el conocimiento. Se enfurece y se lanza hacia los Rapaxes pensando en vengarse de ellos de cualquier forma.

– ¡¡Cubran a nuestro capitán!! – grita Laguz y los cañones láser de su escuadra hacen estallar a los arrasadores.

Entonces, los Rapaxes se dan cuenta de algo muy grave: están solos y rodeados de una gran cantidad de armas pesadas.

– Ya sabía que debíamos movernos. – dice Butch sonriendo marrulleramente. – ¡¡Cubran al capitán!!

El cañón y el rifle de plasma de los “Cazadores de Ultramar” hacen blanco contra los Rapaxes y desintegran a cuatro de ellos en un instante con su sagrada luz. El paladín mira aterrado como un enorme marine espacial con retroreactor se abalanza contra él.

– ¡¡Eres mío, perro traidor!! – grita el Cápitan Numitor, pero, de repente, un estallido en la espalda del traidor hace que este vuele sin control hacia una de las rocas del lugar y se estrella en esta, perdiendo el conocimiento.
– No me lo tome a mal, hermano capitán, – dice el sargento Kardan – no debe ensuciarse más las manos con la sangre de estos estúpidos.

Numitor observa al paladín rapax desmayado cerca de él mordiendo el polvo de la llanura desértica y luego le devuelve una señal de aprobación al Sargento Kardan y a su escuadra de marines. Se acerca al paladín rapax con cuidado e inutiliza sus cuchillas relámpago heréticas. El Sargento Malus y sus marines se acercan a su capitán para apoyarlo.

– Traigan a este cerdo. Vamos a interrogarlo.

El paisaje junto a la baliza es desolador. Cantidad de traidores muertos, mal heridos y máquinas de guerra destruidas es todo lo que queda y adornan el tétrico lugar. Algunos hermanos Ultamarines rematan a los traidores mientras que otros atienden las heridas de sus hermanos. Los exploradores ya han terminado de establecer un nexo entre la baliza Tau y la “Miranda”.

– Todo está listo para la revisión de datos, señor.
– Gracias Sargento Marcus – dice Numitor ayudando al Sargento Ailex a ponerse en pie. – Informe de nuestra situación al Hermano Varnum de inmediato.
– Si, mi señor.
-¿Te encuentras bien Ailex?- pregunta Numitor al sargento que lo salvó de morir.
-Yo debería preguntarte eso, hermano capitán.- responde Ailex sonriendo y cogiendose la cabeza ya que está un poco mareado por la explosión.- Yo estaré bien. Vaya a atender a esa basura como se debe.

Numitor mira como varios de sus marines ayudan a trasladar la los exterminadores heridos al centro de la baliza Tau para atenderlos de sus graves heridas. Otros se encargan de atar al desgraciado traidor.

El Sargento Hunter, el de la armadura de exterminador blanca, siente que lo llevan en brazos. Abre con dificultad sus ojos y pregunta:

- ¿Ganamos?
- Sí.- responde  el sargento Kardan ayudando a trasladarlo junto con otros dos hermanos. - Los aplastamos gracias a tí. Descansa que ahora te curamos.
- ¿Y Numitor?
- Incólume.
- Qué bueno. Eso es lo que importa.

Hunter cierra los ojos para dormir un poco. Kardan lo ve y sonríe. Él y su escuadra han hecho un gran trabajo. Todos han hecho un gran trabajo.

Pasan quince minutos. Los Ultramarines se han parapetado junto a la baliza en espera de ayuda y sus plegarias son escuchadas. La Cañonera Thundrehawk “Oberon” aterriza cerca de la baliza. La pesada rampa frontal cae y de ella salen rápidamente el Hermano apotecario Albión, seguido del Reclusiarca Varnum y del Epistolario Cástor junto con tres servo médicos.

– Hermano Apotecario. – saluda Numitor. – Te necesitamos con urgencia.
– No se preocupe, mi señor. – responde Albión ­– Ordenaré que lleven a los heridos a la Thunderhawk. Ahí los atenderemos con más calma.

El Apotecario corre hacia los marines para impartir órdenes para el traslado de los heridos. Varnum y Cástor se acercan a Numitor.

– Enhorabuena Hermano Capitán. – dice Varnum – Has cumplido tu penitencia admirablemente.
– Creo que no la he cumplido en su totalidad, – agrega Numitor – no hay rastros del líder de estos traidores.
– Eso lo podremos averiguar ahora. – dice Cástor viendo al paladín Rapax capturado.

Los tres se acercan al nauseabundo traidor el cual está atado con cadenas de adamantio benditas. Su rostro está deformado por la esencia del caos, al igual que sus pies, los cuales se parecen a loa patas de los reptiles monstruosos de las junglas de Catachán. Los restos de lo que era su retroreactor están adheridos aún a su espalda. Este maldito mira a los tres guerreros con desprecio. Cástor se acerca traidor y le pregunta.

– Dinos dónde está Dante.

Una risita hipócrita surge de su deformada boca. Baja la cabeza para no mirar la terrible aura psíquica del bibliotecario. Varnum cierra el puño de furia mientras que Numitor trata de contenerse de terminar lo que la escuadra del Hermano Sargento Kardan empezó.

– Libérenlo. – ordena Varnum. El sargento Malus mira a sus hombres y sin protestar liberan al paladín caído. Este es levantado a la fuerza y soltado de sus cadenas. Los marines se alejan un poco pero no le quitan la vista de encima al cerdo traidor. Si dependiese de ellos, ya lo hubiesen destrozado sin mediar palabra.

– Ahora mírame maldito. – ordena Cástor coguéndolo del collarín de su barroca servoarmadura y encarándolo a la fuerza – ¿Dónde está Dante?
– El no vino a este planeta… – responde el traidor – sabia que ustedes estarían aquí y los creyó poca cosa para él… él no se ensucia las manos con los desechos de las mascotas del falso Emperador. “Los Hacedores del Pánico” le obedecemos y siempre los hemos considerado a ustedes Ultramarines como una pequeña molestia…

Cástor escucha con calma toda la cháchara blasfema que profesa el pobre diablo. Lo suelta dándole un empujón. Mira al paladín con cuidado a lo que deben ser sus ojos y luego mira a Numitor y Varnum de reojo.Pasan unos eternos segundos. El Capitán da un paso atrás y el Epistolario se aleja un poco. Varnum corre frente al paladín Rapax blandiendo su Crocius Arcanum Tricúspide y golpea brutalmente al traidor con este, haciéndolo volar por los aires y estrellándolo contra una de las antenas de la baliza, la cual se parte y lo aplasta. El polvo se levanta como una humareda.

– ¡Este es el destino de los traidores! A lo único que tienen derecho es a la muerte.

Los marines son testigos de este ajusticiamiento. Nadie dice nada. Todos se arrodillan y oran en silencio por la salvación de los traidores en los fuegos purificadores.

Terminada la rápida plegaria, todos se levantan para continuar con las labores de rescate. Numitor habla con Castor.

– ¿Y bien? – pregunta el joven capitán.
– Bueno. – dice Cástor – Al parecer ese perro de Dante dividió a sus tropas en dos. Él venía a buscar lo mismo que hemos encontrado ahora: Información de los Tau. Pero al parecer sus artes malditas no lograron penetrar en la seguridad informática de estos alienígenas.
– Lo cual, obviamente, tu si lograste.
– Tú me conoces bien, Numitor. Tengo toda la información. Los Tau planean apoderarse del planeta asegurando el control de todos los sectores de importancia para el Imperio. Esta es una de las tres balizas que les sirve como pasarela para sus comunicaciones. Si la destruimos estarán ciegos en esta zona.
– Entonces hagámosla volar sin perder tiempo. – indica Varnum.
– No te preocupes. El “Escuadrón Zombi” está colocando cargas de C-4 en la instalación. Sólo es cuestión de una orden de nuestro capitán para volarla.
– ¿Cuál es nuestro siguiente movimiento, amigo?
– Cómo ya lo dije, los Tau quieren apropiarse de los sectores de mayor importancia. Las demás fuerzas imperiales han fracasado en tratar de contenerlos y ha habido rencillas también entre facciones de los Tau. El lugar es un campo de batalla de todos contra todos. Eso los ha retrasado y, al parecer, sólo les falta un sector por conquistar.
– Darentian.
– Así es, hermano capitán. De acuerdo con los datos y comunicaciones que he interceptado, los Tau llegarán al sector Darentian mañana al atardecer para lograr el control de la ciudad.
– Entonces partamos sin demora. –ordena Numitor.

Todos los hermanos de batalla recogen su equipo y corren hacia la cañonera “Oberon”. El último en subir es el Hermano Capitán Numitor, el cual toma un aparato de control remoto que le brindó el hermano Marcus. Pulsa un botón y ordena.

– Hermano Titus, nos vamos.
– Sí, mi señor.

La enorme nave se eleva y la plancha de abordaje sube lentamente.  La nave hace un giro y toma curso a la base provisional Ultramarine del sector Darentian. Desde una ventanilla de la cañonera, Numitor observa como la baliza de comunicaciones Tau estalla convirtiéndose en polvo. Piensa en la batalla que tuvieron hace poco y en el cerdo traidor de Dante VIII que nunca dio la cara. Cuando se entere de lo que ocurrió ese día con su ejército de traidores en la baliza agradecerá a sus malditos dioses no haberle permitido asistir a esa masacre.

– Algún día Dante… te encontraré y ninguno de tus perros dioses te salvará del justo castigo que el Emperador tiene para los traidores que buscan la inmortalidad a costa de venderle su alma a la Disformidad. 

Pero pone a un lado el odio que siente por esos perdidos y centra su atención en lo que está por venir.
« Última modificación: 11 de Noviembre de 2008, 22:38:08 por Ardias »

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Re: Trasfondo de La flota de exploración de Pelusa V
« Respuesta #8 en: 10 de Noviembre de 2008, 22:17:16 »
Darentian

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Re: Trasfondo de La flota de exploración de Pelusa V
« Respuesta #9 en: 11 de Noviembre de 2008, 03:36:05 »
El Rompimiento del Cerco

Son las cinco de la tarde. Las sombras se acentúan más con el anaranjado sol del atardecer. El Sargento Aar mira las sombras y su auspex para verificar la hora. Él y sus “Hijos de Acastos” se han situado en el techo del Administratum, el cual está semi derruido por un proyectil Orko. Frente a este, cruzando la calle, está la capilla de San Isidoro Marr. Gracias a su auspex observa que hay movimiento entre sus ruinas; el “Escuadrón Zombi” ya se ha puesto en posición dentro de ese sagrado lugar, el cual tiene enormes ventanas que alguna vez contenian hermosos vitrales. La plaza central es enorme, en esta hay dos arcos algo maltratados y en el centro está un pedestal de piedra cilíndrica con una estatua conmemorativa a la batalla de Darentian la cual ocurrió hace cien años.

En el edificio contiguo al Administratum está un edificio de departamentos. Se nota que el lugar era muy bonito antes de empezar el bombardeo. El Sargento Malus y su escuadra “Los Invasores” miran con tristeza el lugar.  Tratan de imaginar lo bello que pudo haber sido este tercer piso. Los muebles están quemados y destruidos, los libros que están esparcidos por el suelo son ilegibles y los adornos que estaban en lo que pareciera que era una estantería de cristal están hechos mil añicos. En la azotea de este mismo edificio, el Sargento Laguz y sus “Los Condenadores” vigilan parapetados entre los restos de los muros de seguridad que dan a la calle. Desde ahí la visión es limpia hacia toda la plaza y se ve hasta lo que hay detrás de los setos secos.

En el edificio contiguo se encuentran “Cazadores de Ultramar”. El sargento Butch emplazó todas sus armas en el tercer piso de este edificio de oficinas. Al perecer este lugar servía para prestar ayuda a parejas con problemas maritales. Los diplomas de psicología y leyes están tirados en el suelo aun dentro de sus marcos. Aunque este edificio es uno de los más íntegros de la zona, el techo de este es endeble y podría caer, así que antes que eso ocurra los marines lo apuntalaron con tres vigas de madera. Para el sargento todo está listo en este lugar y está ansioso por disparar.

Más allá se encuentran los restos de lo que era el Generatorum de la zona. Esta subestación carece de techo y el generador de plasma que descansaba ahí ha desaparecido por el bombardeo. El Sargento Kardan y los “Guardianes de Iax” han tomado el lugar y se sitúan en la parte más alta del edificio.

Todos guardan silencio. Solo escuchan el ruido del viento que recorre las tétricas calles llenas de escombros y almas penando. En sus mentes recitan la Letanía de los Caídos en honor a las personas que murieron en este lugar. Saben que mancillarán este lugar con sangre de alienígenas y piden disculpas de antemano. De repente sienten que el viento a dejado de soplar.

– Prepárense. – ordena el Sargento Aar por su comunicador. – Ya están aquí.

Cruzando la calle se puede ver a varios individuos delgados vistiendo armaduras ligeras de color celeste y blanco que salen de entre las ruinas que cruzan la plaza; todos estos portan armas que asemejan a rifles pero más estilizados. Adicionalmente ven algo raro en uno de los edificios que se encuentran más adelante, es como si el polvo transluciera unas siluetas parecidas a sombreros que flotan en el aire.

– Creo que quieren usar sus trajes de camuflaje.
– Igual que en el Golfo de Damocles. – dice Kardan – esos bobos creen que no los hemos visto.

El grupo de Taus que se encuentran cerca de la plaza se dividen en dos grupos y comienzan a caminar en sentidos opuestos con la intención, al parecer, de querer rodear la plaza.

– Todos colóquense sus cascos. – ordena Butch. Él conoce bien a estos invasores. Está seguro que portan carabinas de inducción y esos robots voladores que tienen más carabinas adheridas a su estructura. Todos lo obedecen rápidamente sin decir una palabra. Entonces Kardan vuelve a romper el silencio:

– Tengo a un Etéreo con escolta a la una. Se acercan por el centro comercial.
– Entendido. – dice Numitor. – Nosotros nos haremos cargo de ellos. Ustedes cúbrannos de los demás alienígenas. Ahora inicien el protocolo 14.

Entonces comienza la acción. El Sargento Aar y  Malus ordenan disparar contra los alienígenas que se acercan a la capilla, mientras que Butch y Kardan disparan a la escuadra que se acercaba al centro comercial. Las explosiones matan a varios Tau y estos corren a esconderse entre los arbustos de la plaza.

– ¡Rayos! Van a pedir refuerzos… ¡Laguz…!
– Ya te oí Butch. – responde mientras que su escuadra dispara al techo del estacionamiento, el cual es el edificio más alto.

De repente uno de los hermanos de la escuadra “Los Condenadores” cae herido. Sus compañeros lo ven pero no se inmutan. El herido se coge el hombro y masculla una maldición.

– Sigan disparando al techo. – ordena Laguz – La bala vino de ahí.
– Pero no vemos a nadie Sargento...
– ¡Sigan disparando!… tarde o temprano le atinaremos.

La escuadra “Los Invasores” vuelve a dispara su lanzamisiles con munición fragmentaria. Aunque los Tau se encontraban bien escondidos, las esquirlas los llegan a alcanzar y uno de ellos sale corriendo hacia las ruinas.

– ¡Eso perro, corre! – le grita Malus – ¡ve e invade el planeta de tu abuela!

En el techo del mismo edificio, la escuadra de Devastadores del Sargento Laguz la comienza a pasar mal.  Los sobrantes de la otra escuadra de Taus no se habían acobardado y abren fuego contar ellos, hiriendo a otro hermano más. Este cae en muy mal estado.

– ¡A tierra! – grita Laguz en inmediatamente sus marines se esconden entre los escombros del techo. Laguz se arrastra hasta donde se encuentra su camarada y lo coge para llevarlo a un lugar seguro, pero otra bala de carabina de inducción le hiere una de las piernas. El dolor es terrible, pero trata de no pensar en él y consigue llevar a su hermano Ultramarine  fuera de la vista de esos asesinos. Laguz revisa a su hermano. La bala le ha perforado el estomago, pero ha entrado en animación suspendida.

– Gracias al Emperador por la Membrana Sus An. – dice usando su botiquín de emergencia en el herido. – ¿Cómo está el hermano Kenku?
– Tiene el brazo mal herido. – responde el hermano Octavius – No podrá usar su Cañón Láser.
– Maldita sea. – reniega Laguz encendiendo su comunicador – Mi Señor, tenemos fuego pesado aquí. Hay francotiradores camuflados en el techo del estacionamiento.
– Quédense ahí, sargento. – ordena Numitor. – Cuando lo ordene salga de ahí con los heridos.
– Sí, mi Señor.

Entonces Numitor y la escuadra “Águilas Negras” sale de entre las sombras de unas ruinas y encara al Etereo y a su grupo.

– ¡¡ No tomen prisioneros!! – grita el capitán Ultramarine al lanzarse contra los alienígenas. Estos son tomados por sorpresa en la estrecha calle. Las armas de combate cuerpo a cuerpo de los Elegidos del Emperador destrozan a los Tau sin dejarles tiempo para responder. El suelo se contamina con la sangre impura de los alienígenas. Entonces del cielo caen unos artefactos azules y blancos más grandes que una armadura de exterminador. Sobre lo que parecen sus hombros hay enormes cañones con barrilete rectangular. Inmediatamete le joven capitán los identifica como trajes tipo Apocalipsis; sin tiempo que perder activa la baliza de teleportación. Los “Águlas Negras” cubren a su líder mientras que el Etéreo arenga a sus patéticos seguidores a sacrificarse inútilmente por él. El aire se arremolina cerca de la zona de pelea. Una luz seguida de un estampido sonoro hace que aparezca en el campo de batalla el Sargento Hunter y sus exterminadores. Estos lo primero que ven son a los Apocalipsis y les dispara todo lo que tienen, pero no logran atravesar su grueso blindaje.

– Vamos hermanos. – grita Hunter. – ¡Acabemos con ellos!

El Sargento Aar mira a los Tau que dispararon a “Los Condenadores” y apunta hacia ellos:

– ¡¡No quiero a ningún piel azul con vida!!

El Cañon de Plasma impacta contra los alienígenas haciéndolos desaparecer entre luz y humo. Los marines observan como el seto donde se parapetaban arde con el fuego purificador de sus armas.

– Otro problema resuelto. – dice satisfecho, pero su auspex comienza a tintinear. Tienen a enemigos escondidos cerca de ellos. Intuye rápidamente de quienes se tratan.
– Atención. Debajo de nosotros hay duendes. Quédense quietos hasta que se los ordene. Y no hagan ruido.
– ¿Sombras?...
– Igual que Damocles…
– Terriblemente igual.

El Capitán Numitor y los “Águilas Negras” Consiguen por fin deshacerse de la escolta del Etéreo Tau. Este los mira desde las alargadas y oscuras cavidades que son sus ojos. Con un odio sobrenatural se lanza contra el capitán marine blandiendo su brillante báculo. Numitor evita y bloquea los ataques del Etéreo con relativa facilidad, pero este no es rival para el señor de la Octava Compañía de Ultramar, el cual le cercena la cabeza con las “Garras del Águila”. Acabado esto, el capitán y su escuadra vuelan para encararse contra los Apocalipsis que acababan de llegar. La Escuadra “Valius” del Sargento Hunter corre también a encararse contra estas máquinas alienígenas. Estas, al verse rodeadas, tratan de defenderse, pero terminan siendo aplastadas por los puños de combate de los exterminadores. Numitor se da cuenta del salvajismo que demuestran los exterminadores en esta ocasión… nunca había visto manipular a alguien los puños de combate de esa forma, más aun, parece que a la escuadra “Valius” la inunda un odio y sed de venganza irracionales. El Capitán Numitor sabe lo que les ocurre. No es un odio hacia él, sino es un odio hacia todo aquello que los puede dañar. El sargento Hunter se ha sentido así luego que los Rapaxes los vencieran el día anterior e inutilizaran a la escuadra de su amigo Mainard, el cual está en el apotacarión atendiendo sus heridas. Los exterminadores rápidamente se alejan de su capitán sin mediar palabra, mientras que este y sus escuadra consolidan hacia una de las paredes del estacionamiento.

– Sargento Laguz, comience el protocolo 4 de retirada. Sargentos Butch y Kardan, ya saben que hacer.

“Los Guardianes de Iax” y  “Los Cazadores de Ultramar” responden a su capitán disparando contra el techo del estacionamiento. Ven como uno de los drones camuflados del enemigo revienta. Los restos caen desde el cuarto piso del edificio y se estrellan contra el suelo. Numitor mira los restos. Definitivamente el que los controla debe estar muy cerca. El capitán marine hace una señal y su escuadra vuela en hacia el tercer piso del estacionamiento con ayuda de sus retroreactores. Hay demasiados escombros, así que concluye que lo mejor sería un asalto por tierra usando las escaleras que conducen al techo.

– ¡Vamos!, acabemos con esa carroña de una vez. Encárguense de sus robots… el que los controla es mío.

La escuadra del Butch es atacada. Dos de sus miembros caen por disparos de carabinas de inducción. No hay duda de que la tecnología que usan sus adversarios es grandiosa. Han podido darles estando escondidos dentro de un edificio.

–¡¡Cúbranse!! – ordena el sargento. De inmediato sus guerreros se parapetan entre las paredes del edificio. Los heridos comienzan a curarse usando su equipo de primeros auxilios. El sargento asoma la cabeza por una de las ventanas y esta es impactada por una bala enemiga. El impacto lo hace caer de bruces al suelo. Sus hermanos rugen de dolor al ver a su líder muerto. Se acercan a él y lo ven sentarse pesadamente en el suelo.

– Les dije que se pusieran sus cascos ¿no? – dice quitándoselo y mirando la mella dura que el proyectil le dejó. – Bendito sea el Omissiah por habernos dado tan divina protección.
– Pero hermano…
– No te preocupes, ya todo esta solucionado. Mira. – dice Butch apuntando al techo del estacionamiento. Sobre el techo de este el Capitán Numitor

y el escuadrón “Águilas Negras” ha tomado por sorpresa a los francotiradores Tau.

– ¡Vamos hermanos! – grita el Sargento Ailex fervorosamente –  ¡Por el Emperador!.

La Escuadra de Asalto comienza a destruir los drones de disparo Tau con sus armas de combate cuerpo a cuerpo. Estos caen al suelo chisporroteando. El Capitán Numitor coge al alien que manipula a los drones, destroza su aparato de control y lo arroja al vacío. Un sonido sordo indica la muerte de este sucio invasor. Numitor mira desde ahí al los Tau muertos. De inmediato estos bajan nuevamente al tercer piso.

– Rayos… esos alienígenas ya trajeron su artillería pesada. – informa Malus al ver como del cielo desciende un tanque Cabeza de Martillo. Su torreta consta de un enorme acelerador lineal y posee baterías de misiles y descargadores de señuelos.
– Eso no es todo… Aquí tenemos problemas. – dice el Sargento Marcus al ver a una escuadra de tres armaduras Crisis caer desde el cielo, además también observan como otra armadura Crisis, de mejor diseño que las anteriores, desciende un poco más al norte de estas.
– ¿Qué hacemos señor? – pregunta el hermano Tomás cogiendo su lanzamisiles.
– Pedir refuerzos. – responde encendiendo su baliza de teleportación y colocándola pegada a uno de las enormes ventanas de la capilla.
– Pero la escuadra “Gaius” está fuera de servicio.
– Esperemos que El Emperador los traiga aquí. Tendremos que luchar contra ellos. Recuerden su entrenamiento. A mi señal salimos y contamos su avance.
– Sí señor. – dicen los exploradores en voz baja. Esta será la primera vez que el “Escuadrón Zombi” peleará en combate cuerpo a cuerpo. En realidad su especialidad es maniobras encubiertas y sabotaje, pero ahora deberán de detener a los enemigos lo suficiente para que sus hermanos marines se posicionen y acabarlos a distancia antes que estos malditos se parapeten entre las ruinas.

En el techo del Administratum, la escuadra “Hijos de Acastos” no se ha movido por más de dos minutos, esperando  a ver lo que sus furtivos enemigos piensan hacer. El Sargento Aar hace una señal. Los marines toman posición de formación abierta sobre el techo del edificio y coloca a los portadores del Cañón de Plasma y Rifle de Plasma cerca del forado de la azotea. Aar sabe que estos especialistas Tau no harán nada a menos que sepan que ganarán sin arriesgar su seguridad. Jamás usarían sus retrocohetes para caer en frente de ellos ya que saben que es un suicidio y tampoco los pueden usar debido al riesgo que corren de chocar contra los escombros, sin olvidar el corto alcance que tienen estos dispositivos. De cualquier forma el sargento sabe que estos invasores acaban de caer en una trampa mortal. Todo ha terminado.

– ¡¡¡Fuego!!!

El Cañón y Rifle de Plasma son disparados al primer piso del Administratum. El destello y los gritos de enemigos achicharrándose indican que no les fue bien. Pero algo raro pasa. La estructura comienza a crujir. El piso bajo ellos comienza a ceder. Se agrieta lentamente.

– ¡Se desmorona! Ultramarines… ¡Sus cables!

Entonces los marines sacan rápidamente los cables de seguridad de de sus cinturones y aseguran el gancho de seguridad con los hierros que daban estructura al concreto. El piso desaparece con un sonido estruendoso y toda la escuadra queda suspendida dentro del cascarón hueco del Administratum. Al fondo ven entre los escombros los restos calcinados de sus enemigos.

– ¿Qué hacemos señor?
– Un día de ayuno por hacer preguntas necias hermano Bowman… Bajemos rápido. Nuestros hermanos nos necesitan.

Los Exterminadores de la escuadra “Valius” miran furiosos como el tanque de los Tau dispara su enorme Acelerador Lineal contra “Los Guardianes de Iax”, pero los restos del Generatorum los salvan de la detonación. Este disparo levanta una nube de polvo y restos de concreto realtivamente densa. Los Ultramarines, sin inmutarse, disparan su Cañón Láser y vuelan la enorme arma del tanque por los cielos. Al mismo tiempo, el armatoste alienígeno dispara sus misiles contra los exterminadores, lo cual hace que estos se enfurezcan aún más.

– ¡¡¡Por la gloria del Imperio carguen!!! – grita el Sargento Hunter. Su escuadra dispara los misiles Ciclón al frontal del vehículo y acaban con una de sus torretas de misiles inteligentes. El tanque responde con un lanzamiento de señuelos, pero estos no distraen a los exterminadores de su sagrada misión y comienzan  a golpear la superficie del vehiculo gravítico el cual es inutilizado permanentemente. Los tripulantes de este salen despavoridos pero se encuentran con la muerte disfrazada en los disparos de bolter. Malus mira el buen trabajo realizado por su escuadra. Pero nota algo que se acerca por el lado de la capilla y un movimiento desesperado de los exploradores del "Escuadrón Zombi".

– El flanco oeste está invadido, mi señor. – Ailex apagando su cominicador. – El “Escuadrón Zombi” tratará de contenerlos.
– ¿Están locos?... ¡Debemos ir a ayudarlos! – replica Numitor encendiendo sus retroreactores. Los mimbros de la escuadra "Águilas Negras" lo siguen sin dudar a la capilla en ruinas. El capitán no puede creer el atrevimiento de los invasores Tau… se supone que ya han tenido suficiente ¿por qué no se retiran de una vez?

– ¡Arriba! – ordena Malus al hermano Laguz mientras lo levanta para apoyarlo contra él. Comienzan a caminar fuera del edificio que está pronto a venirse abajo.
– Qué gusto verlos hermanos – agradece Laguz mientras trata de desviar el dolor usando sus implantes augmético–neuronales. – ¿cómo va todo?
– Marcus al parecer se va a enfrentar a armaduras Crisis. Al parecer uno de los enemigos es alguien importante. Se ve muy fuerte.
– ¿Cómo?... Marcus y su escuadra no son rivales para esas cosas y tú lo sabes bien.
– Claro que lo son. – corrige Malus – Recuerda que El Emperador lo guía. El y los chicos saldrán bien de esto… lo sé.

Entre tanto, el “Escuadrón Zombi” se preparan. Sueltan los rifles de francotirador y si lanzamisiles y sacan sus cuchillos de combate. Mentalmente rezan una plegaria al Primarca y al Emperador. Saben que se arriesgan mucho, pero la humanidad es primero.

– Vamos hermanos. ¡Coraje y Honor! – grita Marcus y sale corriendo de la capilla disparando su pistola bolter. El resto de los jóvenes
exploradores lo imita. Los trajes Crisis se sorprenden al ver a los marines espaciales cargarles con armas tan primitivas. Pero ocurre algo que nadie esperaba. La Escuadra “Gaius” del Sargento Mainard hace su aparición teleportada. De inmediato se dan cuanta de la acción desesperada que llevan acabo los más jóvenes de sus hermanos.

– ¡Cubran a nuestros hermanos! – ordena Mainard. Su escuadra dispara al lider Tau que se quedó atrasado. La lluvia de sagrado uranio empobrecido despedaza a este alienígena de forma instantanea , el cual cae pesadamente siendo visto por sus esbirros.
– ¡¡Carguen!! – grita el Sargento Marcus emocionado. La llegada de sus hermanos veteranos ha elevado la moral de su escuadra al tope. De pronto dos de las tres armaduras enemigas caen mortalmente heridas por un potente rayo láser.  La armadura restante, aterrada, trata de huir, pero de encuentra con los puños de combate de los Exterminadores que ponen fin a su existencia en un sangriento enfrentamiento. El Tau, mortalmente herido, trata de arrastrarse para huir, pero el Sargento Mainard descarga el Bolter de Asalto en su cabeza, terminando con su vida. Los exploradores se dan la vuelta par ver exactamente que ocurrió.

Es el convoy de refugiados encabezado por el Land Raider “Pegaso”. Este avanza como una punta de lanza, limpiando el camino de los transportes reparados para llevar a los civiles, junto con los Rhinos, Razorbacks y los Hermanos Dreadnaughts Morten y Byron.

– ¡Ya era hora que llegaran! – grita Numitor por la radio entre contento y molesto.
– Lo siento, mi señor. – responde Aurelius – Pero el espíritu de estas máquinas nos ha salido caprichoso.
– Está bien… más vale tarde que nunca… pero que no se vuelva a repetir.-replica Numitor retrayendo las "Garras del Águila".

– ¿Estas bien hermano? – le pregunta Hunter a Mainard por la radio.
– No mucho… pero no podíamos  perdernos de esto. Nunca los dejaremos solos… aunque creo que el hermano Albión nos castigará por haberlo desobedecido.

Todos comienzan a abordar algunos transportes. Los heridos son rápidamente atendidos en los camiones de refugiados y Rhinos. Las Cañoneras Thunderhawk llenas de equipos y refugiados cruzan el cielo en dirección norte hacia el punto de reunión con la “Miranda”.
El Capellán Varnum baja del Land Raider para encontrarse con Numitor.

– Bien hecho Numitor. Ya no hay enemigos que nos bloqueen el paso, pero hay otros problemas.
–¿Qué ocurre?– pregunta mientras se quita las “Garras del Águila”.
– El Ordo Heréticus nos ha dado sólo una hora antes de iniciar el ataque nuclear. Tenemos que abandonar este planeta condenado lo antes posible.
– Entendido ¿dónde está Cástor y el comandante Orestes?
– ¿Nos llamabas? – dice Cástor saliendo del Land Raider acompañado por Orestes y la pequeña Alara. Esta corre hacia el joven capián Ultramarine y este la carga.
– ¿Cómo les fue?
– Excelente. Cuando nos alejábamos veíamos como los alienígenas detonaban las trampas y minas que pusimos por toda la ciudad. Aún se escuchan las explosiones y los derrumbes. Tardarán mucho para alcanzarnos.
– Bien hecho Hermano Epistolario… Bien regresen a sus transportes, no hay tiempo que perder.
–¡¡ Sí, señor!! – dicen todos sin perder tiempo.

El convoy comienza su rápido avance para encontrarse con la plataforma de combate “Miranda”. Al sur de la ciudad, el sonido de los gritos y estallidos es arrastrado por el viento hacia ellos como una clara y aterradora demostración de triunfo.

« Última modificación: 11 de Noviembre de 2008, 22:40:53 por Ardias »

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Re: Trasfondo de La flota de exploración de Pelusa V
« Respuesta #10 en: 11 de Noviembre de 2008, 04:01:49 »
La Guerra Nunca Termina.
(por) FIN.

« Última modificación: 11 de Noviembre de 2008, 22:41:52 por Ardias »

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Re: Trasfondo de La flota de exploración de Pelusa V
« Respuesta #11 en: 11 de Noviembre de 2008, 21:37:31 »


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Re: Trasfondo de La flota de exploración de Pelusa V
« Respuesta #12 en: 11 de Noviembre de 2008, 22:12:58 »
Hola.

Gracias por la simpatia y por que no se hayan quedado dormidos con esta historia. Para hacerla me inspiré en un torneo de WH40k que hubo el Lima en el año 2006, en el cual fui premiado como  Mejor General, ya que nadie pudo derrotarme (caramba, luego de 6 intentos de siempre quedar entre los 5 mejores y que sólo me premiaran por aspecto del ejercito ya me estaba traumando). En efecto, me enfrente al Ordo Heréticus, luego a los Guerreros (Culos) de Hierro y finalmente a un ejército de Taus (este fue el que gano el premio de Campeón Absoluto).

Espero pronto conseguir una cámara digital para postear en este mismo tema las fotos de los Ultramarines involucrados: desde el Hermano Capitán Numitor (con sus Retroreactores, "Garras del Águila" y demás) hasta el Tecnomarine Aurelius y el Apotecario Albión (El canijo y el matasanos, como dirian los pestes Orkos). Espero de colocarlas pronto.

Nos vemos.  :)
« Última modificación: 11 de Noviembre de 2008, 22:44:37 por Ardias »

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Re: Trasfondo de La flota de exploración de Pelusa V
« Respuesta #13 en: 11 de Noviembre de 2008, 23:34:21 »
Ahora mismo soy fan de Numitor y Hunter, a la que vea sus fotos me da un jamacuco ;D


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Re: Trasfondo de La flota de exploración de Pelusa V
« Respuesta #14 en: 12 de Noviembre de 2008, 14:02:12 »
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