Adeptvs Internavta
Merkadillo => Particulares => Mensaje iniciado por: Gonfrask en 29 de Julio de 2008, 01:56:51
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Los Desastres que Causan las Tormentas
La invasion Orka sobre Pardillus parece ser imparable...Las hordas xenos han caido sobre las defensas exteriores de los Astilleros Nazab y las enormes factorias de armas estan casi en sus manos. Mientras, en el Archipielago Andronicus, los orkos dominan los campos de cultivo y han comenzado a saquearlos a su particular manera, dejando poco mas que tierra baldia a su paso. El Imperio ha comenzado a fortificar el puente de acceso a las islas y los hombres de Pardillus saben que deben darlo todo en esa batalla.
Mientras, los rumores acerca de las confrontaciones en el interior de El Bosque se han confirmado, pero no por fuentes humanas. Un Emisario de la enigmatica raza Eldar se dejo capturar en la ciudad de Sal Sazor y solicito hablar con la maxima autoridad posible. Una escolta de Guardianes de la Muerte se movilizo de inmediato y bajo el poder del Inquisidor Qinbol tomaron al prisionero y lo llevaron hasta el Palacio Imperial, donde el mismo Inquisidor recibio al Eldar, curiosamente dandole una cortes bienvenida y no tratandolo como a un detenido. El Emisaro informó que los Orkos aprovechando la confusion de las ultimas batallas habian conseguido entrar hasta el interior de El Bosque y habian despertado un mal antiguo, el mal que los Eldar debian guardan y que habian fracasado. La alianza era necesaria, los orkos debian ser expulsados y el mal detenido y enviado de nuevo a su celda ancestral. El Inquisidor Qinbol aceptó y puso a disposicion de los Xenos varios miembros del Adeptus Astartes y regimientos de la Guardia Imperial.
Esto ha provocado un gran revuelo e indignacion por parte de Fe Sujita y sus seguidores. Por su parte el Cardenal Varelus ha llamado a los hombres de Pardillus a luchar por su mundo como no han hecho nunca.
Sin embargo en el resto del planeta la situacion es mas calmada, las poblaciones alzadas se han tranquilizado y han desmantelado sus campamentos. Las luchas pandilleras se han detenido repentinamente y los analistas Imperiales se han dedicado a felicitarse mutuamente por el cumplimiento de sus predicciones.
Quizas la hora mas oscura este a punto de llegar...
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Todo estaba en calma, cuando de repente el espacio sufiro un repentino cambio de estado, dejando ver el espacio disforme. Entonces se pudo ver a la barcaza de los Angeles Oscuros atravesando los los limites del espacio disforme para volver al espacio real... los Angeles Oscuros habian llegado al sitema de Pardillus con todas sus fuerzas...
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El bosque parecía extremecerse, como si un dolor atravesase cada corteza de los arboles, desde la raices hasta las mismas ramas de cada arbol que lo formaban, vientos intensos recorrian cada extrecho espacio entre la extensa maleza de sus copas. Era de noche, Eldunarán, corría por los senderos, solo y por los de su gente, conocidos; atravesando arbustos y saltando los arroyos, eludiendo cada rama baja con suficiente soltura, a una velicidad que ni siquiera las alimañas del bosque podrían igualar. Corría sin descanso, llevaba todo el día corriendo sin tregua, sin detenerse, a cada paso, volvía en su mente el mismo pensamiento... <<<Ellos... ellos han... despertado... queda poco tiempo, debo llegar cuanto antes...
Eldunarán era principe de los dragoneros del mundo exodita, había sido enviado muchas lunas atrás a proteger una zona sagrada, un lugar que nadie podía entrar, un lugar que en ningun sueño cabría esperar tal pesadilla de ser manifestada. De un salto a varios metros del suelo, Eldunarán salió de entre la maleza hasta terminar en un sendero de arboles enfrentados, unos con otros, como si de una hilera de gigantes la formasen en formación perfecta, alzó la cabeza y siguió corriendo por aquel sendero mientras volvían sus pensamientos, una y otra vez. <<<Esa raza... los Orkos, que confiados fuimos... ellos, no debieron... irresponsables, despreocupados, inconscientes... ¿por qué?>>> Dejo de pensar, se centró en el camino, a lo lejos en frente suyo, podía dislumbrar la gran enredadera, alzandose varias decenas de metros, quedandose a media altura de los arboles que adornaban el sendero por donde seguía corriendo. Se concentró, juntó sus manos y comenzó a realizar simbolos entre ellas; al llegar casi a los pies de la inmensa muralla de enredaderas, susurró unas palabras a la vez que se arrodillaba para apoyar sus manos sobre las hojas caidas y esparacidas por todo el sendero. Este gesto de sumisión duró una fracción de segundos, sus manos chocaron contra el suelo y en ese momento, la enredadera comenzó a moverse abriendo paso al exarca que, alzandose de nuevo, siguió su acelerado paso entre cada enredadera que se había apartado hacia los lados, dejando libre paso, al reino prohibido de los Exoditas.
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Habían pasado horas, la luna estaba ya colocada en su punto mas algido, Eldunarán, había dejado atrás los arboles huecos de la comunidad Exodita, cruzando con rapidez, las inmensas estepas secretas de caza de los jinetes dragoneros, los pozos de luz celestial de los brujos, llegando al último sendero, que conducía hasta la gran boveda del arbol de la media luna.
El Arból de la media luna, la gran boveda de los espiritus del reino exodita era el área más inmensa dentro del reino Exodita, en su interiór, se abría hacía el subsuelo un gran coliseo de piedra de varias leguas de diametro, arroyos fluían desde cada grieta en la roca, el musgo inundaba la superficie y el aire era templado en la atmosfera y cálido en la superficie.
Eldunarán atravesó el pórtico de la gran boveda, formado por robustos troncos adornados por decenas de runas, símbolos de su raza. Bajó por los escalones naturales dentro de la gran bovesa, sin siquiera aflojar el paso, pisando en cada uno de los peldaños y entonando nombres de su raza por cada uno que pisaba sin dejarse uno solo sin pisar y sin nombrar. Al descender a lo más profundo del coliseo, se detuvo enfrentado en una superficie plana, formada por baldosas de marmol. Siguió hacia delante a un paso mas lento, depués de media legua andando, se detuvo, arrodilandose sobre las baldosas de marmol, alzó la mirada y expresó con firmeza.
<<<Soy Eldunarán, príncipe de los dragoneros de las estepas, me presento ante vos, portando graves noticias y esperando ser escuchado por el consejo>>>
Pasarón unos minutos hasta que una figura, ataviada con una túnica de cuero fino, adornada con runas en sus rebordes y con una capa hasta los pies, se acercó, hasta los pies del príncipe, allí arrodillado. Con voz suave respondió.
<<<Bienvenido seas, Eldunarán, hijo del bosque, mano de la guerra y jinete de la lanza Dragón, habla en nombre de tu raza, susurranos las nuevas que nos traes y que mal acecha tu sombra que, tus palabras, hasta aquí tienen que ser escuchadas>>>
Eldunarán irguiendose sobre sus pies, susurró con claridad.
<<<El durmiente ha despertado, las alimañas interrumpen nuestros tierras y las sombras de nuestras pesadillas depiertan en nuestros sueños>>>
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Eldunarán se mantenía firme, frente al arbol de la estrellas, en la planicie mas alejada del reino exodita, donde la vegetación parecía estar formada por la más horrible pesadilla del bosque, en el corazón de lo que parecía la oscuridad del reino Exodita. Delante de Eldunarán, estaban los videntes que formaban el consejo Exodita, dando la espalda al exarca de los vengadores. Uno de los videntes exoditas avanzó hacia la corteza del arbol, que se abría delante de ellos, dejando una gran cueva de oscuridad, cuyo umbral abarcaba cientos de metros ante sus ojos; juntó sus manos y comenzó a crear símbolos entre ellas, a la vez que los hacían sus iguales detrás. Susurrando palabras, solo conocidas por su raza, comenzaron lo que podría denominarse un ritual de recibimiento. Pasaron varias horas y otras pocas quedaban para el amanecer, el grupo de videntes continuaba entonando sus cantidos y formando símbolos a su vez; pasado un corto periodo de tiempo, cada vidente formó un símbolo diferente al que formaba cada uno a su lado, en ese preciso momento, Eldunarán había juntado ya sus manos y a la vez que los anciados Eldars formó otro símbolo de ocho puntas. Inmediatamente después comenzó a andar hacia el interior de la cueva natural, en la profundida del Arbol de la Estrellas. El príncipe cruzó el umbral, sin mostrar ningún temor, sabiendo que le aguardaba, una vez dentro, los videntes detuvieron sus canticos y separaron sus manos dejando se hacer símbolos. Por unos instantes, solo se oyó el susurrar del viento acariciando las hogas del arbol, pero pasado ese periodo corto de tiempo, un temblo comenzó a estremecer la superficie terreste, un viento se alzó desde la pronfunda oscuridad del Arbol de la Estrellas y una energía estalló en relampagos por todo el umbral de la gran oscuridad dejando paso a un resplandor tan intenso, que los vidente, cerraron sus ojos.
Cuando los videntes abrieron lentamente sus ojos, observaron a una sombra ante ellos, erguida, estática, recta como un tronco y expresaron juntos.
<<<TU, QUE HAS VISTO A LA OSCURIDAD, TU QUE HAS ENTRADO EN EL SUEÑO Y HAS VISTO DESPERTAR AL DURMIENTE, TU QUE HAS SABIDO REACCIONAR... TU PORTARAS LA ARMADURA DE LA ARAÑA, TU TE ALZARAS PARA LUCHAR CONTRA LOS QUE NO DEBEN DESPERTAR, TU SERAS UNO CON EL... TE SALUDAMOS Y NOS INCLINAMOS ANTE TI, SEÑOR DE LAS ARAÑAS, CAMINANTE DE LA TELARAÑA>>>
La figura enigmática, enfrentada ante los videntes, reaccionó con un grito de batalla mientrás 8 extremidades se abrían, como un abanico, de la sombra de su cuerpo. Hecho este gesto y mientras mantenía las extremidades abiertas, decenas de figuras sombrias, se movían dando saltos instantaneos mientras caminaban saliendo de la gran oscuridad del Arbol de las Estrellas. Un ruido aún más extremecedor se oyó en los cielos, cuando decenas de naves soltaron sobre el viento decenas de vehículos transportando centenares de guerreros especialistas que desembarcarian sobre la tierra, de la ya silenciada tranquilidad, del reino exodita.
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bueno, centenares... no hay tantos en toda la galaxia :D :D