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Warhammer 40.000 => Trasfondo => Mensaje iniciado por: Elthrair en 14 de Diciembre de 2010, 00:18:43

Título: [Relato] Los Moradores de las Sombras
Publicado por: Elthrair en 14 de Diciembre de 2010, 00:18:43
Hace tiempo que llevaba queriendo crear un trasfondo para mis eldar porque soy de los que piensan que un ejército sin trafondo es como un cuerpo sin alma  :D. Así que hace poco me decidía poner por escrito una serie de ideas que venían rondándome por la cabeza desde hace algún tiempo. Y como ya tengo algo de experiencia en esto de escribir relatos después de escribir unos cuantos sobre mis altos elfos del fantasy pues me metí con el 40k. Comentar que he cambiado el estilo épico aventuresco de los altos elfos (que quizá algún día publique por aquí  :)) para meterme (o al menos intentarlo  ;D) en una narrativa mucho más oscura e inquietante, casi lovecraftiana que creo que pega mucho más en el trasfondo general del W40k. También quiero decir que intentaré dejar un comentario al final de cada capítulo para ver si puedo explicar diversas cosas sobre lo que he escrito. Espero que os guste. Os dejo el preludio y el primer capítulo.

Preludio

¿Qué esperanza podemos albergar en estos tiempos oscuros? En un universo salvaje consumido por la violencia, donde las ideas de amor, paz y prosperidad son ingenuos romances de tiempos pasados, donde la muerte permanece siempre al acecho buscando su sangriento botín? ¿qué esperanza hay para nosotros? Vagabundos sin rumbo en un espacio frío y negro buscamos anhelantes esa luz en el horizonte, una luz que ilumine nuestro camino hacia un futuro mejor? hacia un tiempo de paz y felicidad. Incesantes, intentamos encontrar esos pequeños granos brillantes que nos dan la fuerza para continuar nuestro camino en este desierto de oscuridad. Nos aferramos a esas simples motas de polvo que son nuestros sueños como si fueran el mayor de nuestros tesoros, esperando que no sean barridas por el viento.

Lejanos quedan ya los tiempos en que nuestros antepasados disfrutaron de lo que hoy nos es negado. Hubo un tiempo en que nos autodenominamos señores de la galaxia. Estrellas nacían en una explosión de vida y morían en un agónico grito con tan solo el poder de nuestras mentes. La perfección en todos los aspectos de nuestra vida era algo común a todos nosotros. Nos deleitábamos con nuestras supremas creaciones. Nada escapaba a nuestro vasto y absoluto conocimiento del universo. Ni la propia muerte nos era un misterio pues nuestros espíritus se reencarnaban al morir nuestro cuerpo material. Tan prodigiosos éramos...

Tan prodigiosos éramos que caímos lenta pero inexorablemente en las sensuales manos de nuestra propia complacencia. Nada nos era negado, ni siquiera nuestros placeres más exóticos. Nuestra curiosidad no conocía límites y nuestra libertad era completa. Dedicábamos nuestras largas vidas a satisfacer hasta el último de nuestros deseos, incluyendo nuestros impulsos más hedonistas. Los conocimientos exóticos y los excesos sexuales se empezaron a abrir paso entre nosotros como un veneno se extendía por la sangre.

La creciente corrupción de nuestras mentes fue degenerando hasta el abandono total a nuestros deseos más perversos. Sádicos y asesinos llenaron las calles con los muertos, víctimas de sus excesos. Sus espíritus liberados flotaron perturbados por la disformidad. Pero aquellos muertos atormentados no renacerían de nuevo en el espacio material.

Una mente inimaginablemente inmunda y enferma fue creciendo con los espíritus de nuestro pueblo. Una mente, reflejo de la perversidad e impudicia de los espectros que la formaban, un reflejo de aquello en lo que nos habíamos convertido, empezó a gestarse a nuestras espaldas. En el interior de la disformidad, pensamientos y emociones crecían y se expandían alimentando al nuevo ente. Su larga gestación fue seguida de un gran dolor cuando nació. La disformidad se sacudió y la estructura del espacio quedó desecha. Ninguna criatura disforme nació de forma tan monstruosa como lo hizo el Gran Enemigo. Con un aullido psíquico de dolor, se materializó en su forma inmortal despedazando el tejido de la realidad. El universo quedó desgarrado y los espíritus de nuestro pueblo fueron arrancados de sus mentes devorados en el primer aliento infernal del nuevo dios naciente. Embriagado por aquel trago, rió con frenesí desbocado y contempló un universo de dioses.

Sólo nuestros más alejados mundos astronave y los planetas de los exiliados consiguieron salvarse del gran cataclismo. En unos instantes, nuestro antaño grandioso pueblo se había convertido en pequeños grupos de refugiados dispersos por el espacio, conocedores de que su gran enemigo había nacido. La antiguamente poderosa luz de los eldar se apagó dejando sólo unas pequeñas centellas dispersas en la oscuridad.

Diez mil años han pasado desde la Caída? desde que el ocaso le sobreviniera a nuestra raza. Aún vagamos entre las estrellas en busca de un destino que no nos es revelado. Los más poderosos de entre nosotros somos capaces de otear el lejano horizonte del futuro. Muchos nos llaman su faro, su luz? su Sol. Porque incontables veces hemos salvado a nuestro pueblo evitando precipitarnos en el abismo de la extinción, siempre atentos ante el ojo vigilante del Gran Enemigo, siempre escapando de su mirada. Muchas almas se han sacrificado absorbidas por su insaciable sed en esta guerra eterna. Inmersos en esta lucha sin final empezamos a entender que no hay victoria posible. Tal vez sea la condenación nuestro destino pero nos negamos creerlo. Tal vez seguimos aferrándonos a vanas esperanzas de un mañana sin guerra. Ninguno de nosotros lo sabe? ninguno lo ha visto.

He contemplado las hebras del destino retorcerse una y otra vez en una miríada de posibilidades? y sólo he visto muerte.


Comentario: Bueno, lo que quiero mostrar con este preludio son principalmente dos cosas.

Por un lado, explico un poco la historia de los eldar para que se pueda entender mejor su situación actual. Ya sabéis, hay que conocer el pasado para entender el presente. En concreto le doy mucha importancia a la Caída ya que prácticamente es el suceso más importante y relevante ocurrido en toda la historia de los eldar.

Por otro lado he intentado reflejar un poco la psicología eldar. Digamos que individuos que conocen su funesto pasado y que pueden predecir un futuro no muy halagüeño no es que sean precisamente felices  ;D. Así que basándome en esto he querido darles un carácter pesimista al que he querido añadir algo de inquietud pero que no se si me ha salido muy bien.

Saludos
Título: Re: [Relato] Los Moradores de las Sombras
Publicado por: Elthrair en 14 de Diciembre de 2010, 00:20:36
Capítulo I
Un mundo muerto


El frío viento soplaba alimentado por la fuerza de una inmensa tormenta gris que se alzaba cubriendo el cielo hasta donde el horizonte moría. Nubes de mil y una formas cambiantes abarrotaban un pesado cielo cenizo veteado por los dibujos que los cúmulos trazaban. La distante luz blanco azulada de un cercano sol moribundo a penas escapaba por entre los minúsculos huecos entre los nubarrones para acabar difuminándose en una cortina luminosa sobre un lejano y triste amanecer. Envuelto en una noche perpetua por las incesantes tormentas, los vientos helados de aquel sombrío lugar barrían la superficie con una fuerza y un frío cortantes que paralizaban hasta el mismo calor de los corazones. Torbellinos de negro polvo volcánico remontaban el vuelo siguiendo a las corrientes de aire que circulaban entre oscuras y puntiagudas formaciones rocosas que cubrían las paredes de la gran depresión que se extendía ante nosotros. Alzándose amenazantes como guardianas de la muerte a ambos lados de aquella tierra de pesadilla, los negros pináculos parecían advertirnos de nuestro funesto destino si osábamos adentrarnos por sus caminos prohibidos.

Me abrigué con mis largos ropajes afanándome en evitar la fría brisa que nos azotaba sin piedad. Agradecí llevar puesto mi yelmo sellado al hostil exterior protegiéndome de las heladas garras del cortante viento. Observé a través de mi visor el inmenso yermo que ante mi vista se extendía. Donde quiera que mirase, aquel baldío de afiladas rocas lo inundaba todo extendiéndose por toda la superficie como una abrupta alfombra. La sensación de soledad en ese inmenso paraje desprovisto de vida me hizo sentir exiguo y desamparado ante su extensión, como si una mota de polvo fuera que pronto el viento se llevaría.

Dejé a mi mente volar para percibir los flujos de energía psíquica y noté su palpitante impulso arremolinándose en espirales de pura actividad. Etéreas espirales de inmaterial energía bailaban en una danza anárquica con las silbantes corrientes de viento al son de una confusa melodía que aturdía con su desorden. Mis sentidos trataron de alejarme de la vorágine psíquica antes de que mis fuerzas cedieran a la pérdida de cordura. Un estremecimiento recorrió mi mente al sentir un atisbo de locura en el ambiente de aquella desolada luna. Agarré con fuerza la empuñadura de mi espada sintiendo el vínculo que entre ambos había. Su presencia siempre a mi lado me hizo resistir aquella desagradable impresión que ya se desvanecía. La vibrante sensación eléctrica del portal de la telaraña a mi espalda me reconfortó durante unos breves instantes. Y el calor residual de su ya apagado brillo me serenó en un último instante de paz antes de marchar hacia nuestro destino.

Miré a mi diestra para ver a Faentir el vagabundo y sus dos seguidores observando la lejanía con vista precisa. Su innato sentido del peligro había salvado de la ruina a multitud de expediciones en cien mundos diferentes. Ya pude conocer de primera mano sus habilidades como rastreador durante la purga de Celephais, donde acabó con Kargron el Segador de un único y certero disparo de su precisa arma. Su capa camaleónica reflejaba la negrura que nos envolvía y a penas dejaba entrever su yelmo cubierto por una capucha con el símbolo lunar de Eldanesh bordado.

Volví mi vista hacia mi espalda. Belahdin, mi siempre fiel protector, permanecía tras de mí con sus discípulos vengadores. Vistiendo sus inconfundibles armaduras de un penetrante azul oscuro y armados con sus catapultas shuriken, lucían altaneros sujetando sus armas siempre con firmeza. Guerreros honorables como ninguno, eran la viva imagen de la nobleza. Siempre altos, siempre orgullosos, su dedicación no tenía igual entre sus semejantes. Su devoción hacia su pueblo era legendaria y morirían en cumplimento de su deber sin dudarlo. Más allá, montando guardia sobre la estructura del portal que hasta esta remota tierra nos había traído, Tharna la banshee oteaba el horizonte junto a sus hermanas guerreras. Su hermosa y estilizada figura lucía amenazante en su armadura negra como ébano sólo roto por el color hueso de sus brazos y su aterradora máscara. Su plateada melena ondeaba con el viento resaltando sobre sus hermanas de rojo cabello. Eran las mensajeras del destino, aquellas cuyo grito significaba el preludio del dolor y la agonía. De sus máscaras embrujadas salía la llamada de la muerte buscando a sus presas. Aquellos desafortunados que oían su lamento caían abatidos sin piedad por sus relucientes filos.

Una mirada y un gesto de asentimiento de Faentir me dieron la seguridad de ordenar el avance por los valles y cañones cubiertos por los oscuros vientos atmosféricos. Con un solo gesto de mi brazo todos se pusieron en movimiento para subir al serpiente que nos conduciría a través de viento y polvo hacia nuestro destino. Antes de acompañarlos lancé  una última mirada a la lejanía. Buscaba algo invisible, algo intangible? algo que sólo podía encontrarse en los sueños. Una sensación en el más allá, un presentimiento en lo más recóndito de mi mente, algo que la simple mirada no podían revelar era lo que estaba buscando. Intentaba encontrar un atisbo de nuestro futuro, una llamada del destino quizá, un auspicio del devenir del universo. Una señal que me indicara el camino correcto a seguir. Pero solo la oscuridad cubría la lejanía.

Una mano amigable se posó en mi hombro dando por finalizada una búsqueda infructuosa de un futuro que no quería mostrarse. Era Belahdin, mi fiel Belahdin. Todos habían embarcado ya en el serpiente. Sólo él y yo permanecíamos allí, expuestos a los crueles elementos, mirando en la negrura del porvenir. Acepté su gesto y juntos entramos al elegante vehículo que permanecía levitando a pocos pies del suelo. Tomé asiento en su voluminoso vientre mientras la rampa de acceso se cerraba tras de mí ocultando aquel nuevo mundo a mis ojos. Beladhin se sentaba a mi lado con gesto tranquilo y sereno. Al verlo tan calmo, a mi mente vino por un instante la idea de que su apariencia sosegada y relajada ocultaba en realidad lo que su interior contenía. Como exarca que era, la llamada de Khaine había calado tan hondo en su alma que se había apoderado de ella. Se había convertido en un sacerdote de la guerra, en un maestro de la muerte. Vivía por y para la batalla. Su espíritu se había perdido en las corrientes del odio y el ansia de violencia. Su sangre ardía con el fuego de la guerra, el fuego de Khaine. Su imagen aterradora en batalla permanecía sin embargo, tranquila fuera de ella. Al otro extremo del compartimento Tharna contemplaba su gran arma de filo curvado sujetándola con ambas manos. Su largo casco sujeto a su máscara la daba una apariencia inexpresiva e intimidadora. Faentir permanecía tras el piloto indicándole con gestos concisos la ruta a tomar.

Con un zumbido más ligero que el aleteo de una pequeña ave el serpiente remontó el vuelo. Nos elevamos hacia el cielo como un ave moviéndonos entre corrientes de aire y nubes de polvo. Trazando una larga curva, perdimos altitud gradualmente hasta adentrarnos en la depresión cubierta por espinos de roca. Cruzamos el valle moviéndonos entre las afiladas rocas a una velocidad que sólo la pericia del piloto podía mantener con su maestría. Nos deslizamos entre cumbres de inmensas columnas de roca que daban paso a negras planicies barridas por el viento. Cuanto más veía de aquel extraño mundo, más me sorprendían sus antinaturales formas. Nuestro lejano viaje dejó atrás a un ya remoto portal hasta que se perdió en la distancia.

La voz distante del piloto sonó en el comunicador de mi oído izquierdo avisándome que nuestro destino estaba a la vista. Me levanté de mi asiento junto a Belahdin y caminé hasta llegar a la altura de Faentir cuyos ojos permanecían fijos hacia el frente. A través de la ventanilla del piloto pude ver al fondo las difusas luces que iluminaban las simples y toscas formas de un complejo colonial humano. Nuestro objetivo estaba ya próximo.

Comentario: Lo que he querido con este capítulo es poner en escena a los principales personajes de la historia así como describir el entorno que se encuentran nada más llegar a la luna en la que se supone que están. He tenido que esforzarme mucho con las descripciones, sobre todo de los paisajes, ya que no tengo muchas referencias donde apoyarme y no acabo de estar del todo contento con el resultado. Pero en fin, ahí está  ;D. Tampoco he querido dar una descripción muy detallada de los personajes ya que me gustaría profundizar en ellos según vaya avanzando la historia para ir desvelando rasgos de su personalidad y de su pasado.

Saludos
Título: Re: [Relato] Los Moradores de las Sombras
Publicado por: Elthrair en 14 de Enero de 2011, 23:03:21
Os dejo el segundo capítulo. Como siempre, dejo al final un comentario al respecto.  Cualquier comentario, impresión o crítica que queráis hacer es bienvenida. Espero que os guste. Y ahora os dejo que voy a tomarme unos chupitos a vuestra salud :D .

Capítulo II
La pesadilla


Un remoto cántico casi inaudible empezó a sonar en la oscura lejanía del infinito. La voz, dulce y melodiosa comenzó entonando cada sílaba con una calma y cuidado cuasi divinos. Su relajante tono era igual al de una canción de cuna, una canción que transmitía paz y sosiego allá donde era oída. Todo se quedaba en calma por donde la voz pasaba. El universo mismo parecía detenerse engatusado por aquella armonía de sonidos tan maravillosa. Cantaba la voz a las pequeñas estrellas del cielo, llamándolas para atraerlas hacia sí, queriendo su luz para iluminarse en la oscuridad. Dónde estaban preguntaba la canción. Cuán lejanas eran se lamentaba. La dulce voz empezó a elevar el tono de su canto. La antes placentera canción comenzó a mostrar pequeñas notas discordantes, apenas perceptibles, pero molestas ante la perfección del cántico que seguía fluyendo por el infinito. Una de las estrellas empezó a brillar con más intensidad mostrando su tono azulado, como siendo avivada por la canción que seguía elevando su magnitud. Una fugaz imagen rompió con la negrura reinante formándose de repente, viniendo de la nada. Era una oscura estancia de suelo y paredes metálicas, a penas iluminada por un foco que luchaba por seguir emitiendo su luz. En su centro, en una de las paredes, un mensaje escrito con el sucio rojo de la sangre seca advertía ?es nuestro fin?. La imagen se fue tan rápido como había llegado. La canción entonces empezó a tornarse ruidosa abandonando el agradable orden que había llevado hasta entonces. Al compás de las notas, otra imagen empezó a tomar forma desde la nada. Era un suelo, iluminado por la tenue luz de una vela. Símbolos desconocidos se agrupaban mostrando una extraña escritura manchada por la roja sangre que salpicaba el suelo.

Los ruidos en los que se había transformado la canción se mostraron violentos para los sentidos causando un insufrible dolor cuyo sólo eco ya provocaba sufrimiento. Aquella horrible conmoción de sensaciones sobrecargadas se transformó lentamente en una visión como si de un óleo pintado por el aberrante ruido se tratase. Sangre, barbarie, cuerpos descuartizados sin piedad por horribles criaturas de pesadilla aparecieron en una monstruosa escena de crueldad y muerte. El suelo quedó tapizado por los cadáveres cubiertos de vísceras y miembros arrancados en una orgía de mutilaciones y salvajes profanaciones. Todo se convirtió en terror y un grito ahogado atrapado en una garganta que lo retenía fue la última angustia en aparecer tras aquel mar de espanto.

Un agudo grito de pavor salió de mi boca cuando me alcé sobresaltado. Mi mirada perdida en la nada reflejaba el terror indescriptible de quien ha presenciado una obra demoníaca. Mi agitada respiración se unió a la sensación de desesperación oprimiéndome el pecho con fuerza desmedida. Sentía el aire escapar de mis pulmones frente al peso que los comprimía. Las náuseas se apoderaron de mí, asfixiándome ante un aire incapaz de volver a entrar. Gotas de sudor inundaban mi frente y recorrían mi piel intentando calmar mi acalorado cuerpo. Bajé mi vista en un acto reflejo para ver mis manos temblorosas agarradas con fuerza a mi lecho.

Lentamente mis nervios empezaron a calmarse aflojando la opresión de mi pecho que ya empezaba a tomar aire de nuevo. Mi vista consiguió centrarse para vislumbrar mis aposentos. Todo estaba en calma. Las luces ya empezaban a despejar la oscuridad mientras el resto de mi ser iba despertando de la terrible experiencia. Un sueño, una pesadilla en aquella noche artificial de Ulthwé era lo que tanto me había perturbado.

Me incorporé dejando atrás el suave tacto de las sábanas para coger en una de mis manos aún nerviosas una botella de licor de esencias. El líquido rojizo se derramó suavemente sobre la copa de cristal que mi otra mano sostenía. Su dulce aroma llegó hasta mí anticipando lo que mi paladar experimentaría con el primer sorbo. Mi gustó se deleitó con el agradable sabor de tan magnífica bebida haciéndome olvidar por unos instantes tan perturbador sueño. Mirando fijamente la copa en que todavía reposaba otro sorbo de licor comencé a recordar fragmentos del sueño. Primero fue la voz cantante, la melodiosa canción que se transformó en una agonía de dolor. Después vinieron las imágenes. Cerré los ojos para poder ver con más claridad. Recordé las horribles visiones moldeadas en mi mente por las turbadoras emociones que aquel canto dejaba a su paso. Entonces percibí algo más entre todo aquel ruido. No podía verlo con claridad. Era una sensación lejana, un impulso? una llamada. Debía saber más.

Abandoné mis aposentos encaminándome por las tranquilas vías de blanco hueso hacia el lugar en que podría buscar más respuestas. El tenue brillo rosáceo proveniente del Gran Ojo más allá de la cúpula le daba una siniestra apariencia a mi camino. Imaginé que, incluso dentro de la seguridad de nuestro hogar, el ojo del Gran Enemigo nos observaba, como quien observa un cascarón esperando a que se rompa y devorar a su presa. Quizá aquellos que llamaban a nuestro hogar ?el Condenado? no estuvieran equivocados al bautizarnos así.

Sin más demora accedí al único remanso de paz a salvo del Gran Enemigo, un lugar protegido por el propio circuito infinito, la Cúpulas de los Videntes de Cristal. Lejanos recuerdos de guerra y sangre quedaron apartados por la serenidad de aquella cámara. Grandes árboles cristalinos eran recorridos por venas de luz en las que podían reconocerse caras que reflejaban una inmensa calma. En este lugar, rodeado por los antiguos grandes videntes podría intentar ver el destino a través de las runas.

Mi mano se deslizó a través de la suave bolsa de piel. Sentí el frío tacto de las runas entre las yemas de mis dedos acariciándome la piel. Cerré el puño conteniendo en su interior a uno de aquellos símbolos de hueso. Lentamente alcé la mano hasta la altura de mis ojos y abrí mi puño. Era la luna roja de Eldanesh, algo iba a acaecer en uno de nuestros ancestrales mundos. La runa quedó levitando en el aire. Metí de nuevo la mano en la bolsa agarrando otra de las runas. La arrojé junto a la primera donde empezó a circular a su alrededor. La runa de la humanidad. Así pues los pies del hombre se habían atrevido a posarse sobre uno de nuestros lugares de la antigüedad. Necesitaba más claridad. Cogí una nueva runa. La piedra del alma. Un secreto, un oscuro enigma dormía en aquel antiguo mundo? y los humanos lo desenterrarían. Otra runa más. Era el árbol de la vida que empezó a girar sobre la luna roja. Entonces era un misterio originado en tiempos remotos, quizá en las guerras contra el Gran Enemigo. Empezaba a comprender, los advenedizos mon-kheigh descubrirían en su ignorancia un secreto que había dormido en uno de nuestros mundos desde tiempos inmemoriales.

Lancé una última runa. El equilibrio. Había incertidumbre en este futuro. Debíamos actuar cuanto antes. Despejé mi mente y alcé de nuevo mi brazo para unirme a la urdimbre cósmica que desplegaban las runas. Un yermo negro se extendía hasta el horizonte. Vi una colonia humana en la lejanía. Sangre, cuerpos, dolor? era mi pesadilla. Algo me llamaba, era una voz, una voz angustiada. Sentía la necesidad de ir a aquel lugar, tenía el deber de hacerlo.

Comentario: Este segundo capítulo es un flashback en el cuál se muestran los orígenes de todo el asunto que envuelve a la historia en sí. Voy a intentar seguir una estructura de "capítulo de la historia en sí"  seguido de "capìtulo flashback", así iré siguiendo la historia a la vez que voy desvelando detalles de la trama. Tampoco quiero comentar mucho por no desvelar detalles de la trama, pero quiero decir que en la descripción del sueño en sí hay más referencias de las que pueda parecer a simple vista. También quería comentar que me ha costado bastante escribir el apartado a cerca de la lectura de runas precisamente para no desvelar detalles de la trama, así que puede que parezca poco concreto para lo que podría ser una predicción de un vidente, pero era eso o desvelar la mitad de la trama  :D.
Título: Re: [Relato] Los Moradores de las Sombras
Publicado por: Gonfrask en 16 de Enero de 2011, 02:10:41
Muy bueno
Título: Re: [Relato] Los Moradores de las Sombras
Publicado por: Elthrair en 16 de Enero de 2011, 22:41:28
Muchas gracias  :). A ver si lo continúo pronto.

Saludos