El Rompimiento del Cerco
Son las cinco de la tarde. Las sombras se acentúan más con el anaranjado sol del atardecer. El Sargento Aar mira las sombras y su auspex para verificar la hora. Él y sus Hijos de Acastos se han situado en el techo del Administratum, el cual está semi derruido por un proyectil Orko. Frente a este, cruzando la calle, está la capilla de San Isidoro Marr. Gracias a su auspex observa que hay movimiento entre sus ruinas; el Escuadrón Zombi ya se ha puesto en posición dentro de ese sagrado lugar, el cual tiene enormes ventanas que alguna vez contenian hermosos vitrales. La plaza central es enorme, en esta hay dos arcos algo maltratados y en el centro está un pedestal de piedra cilíndrica con una estatua conmemorativa a la batalla de Darentian la cual ocurrió hace cien años.
En el edificio contiguo al Administratum está un edificio de departamentos. Se nota que el lugar era muy bonito antes de empezar el bombardeo. El Sargento Malus y su escuadra Los Invasores miran con tristeza el lugar. Tratan de imaginar lo bello que pudo haber sido este tercer piso. Los muebles están quemados y destruidos, los libros que están esparcidos por el suelo son ilegibles y los adornos que estaban en lo que pareciera que era una estantería de cristal están hechos mil añicos. En la azotea de este mismo edificio, el Sargento Laguz y sus Los Condenadores vigilan parapetados entre los restos de los muros de seguridad que dan a la calle. Desde ahí la visión es limpia hacia toda la plaza y se ve hasta lo que hay detrás de los setos secos.
En el edificio contiguo se encuentran Cazadores de Ultramar. El sargento Butch emplazó todas sus armas en el tercer piso de este edificio de oficinas. Al perecer este lugar servía para prestar ayuda a parejas con problemas maritales. Los diplomas de psicología y leyes están tirados en el suelo aun dentro de sus marcos. Aunque este edificio es uno de los más íntegros de la zona, el techo de este es endeble y podría caer, así que antes que eso ocurra los marines lo apuntalaron con tres vigas de madera. Para el sargento todo está listo en este lugar y está ansioso por disparar.
Más allá se encuentran los restos de lo que era el Generatorum de la zona. Esta subestación carece de techo y el generador de plasma que descansaba ahí ha desaparecido por el bombardeo. El Sargento Kardan y los Guardianes de Iax han tomado el lugar y se sitúan en la parte más alta del edificio.
Todos guardan silencio. Solo escuchan el ruido del viento que recorre las tétricas calles llenas de escombros y almas penando. En sus mentes recitan la Letanía de los Caídos en honor a las personas que murieron en este lugar. Saben que mancillarán este lugar con sangre de alienígenas y piden disculpas de antemano. De repente sienten que el viento a dejado de soplar.
Prepárense. ordena el Sargento Aar por su comunicador. Ya están aquí.
Cruzando la calle se puede ver a varios individuos delgados vistiendo armaduras ligeras de color celeste y blanco que salen de entre las ruinas que cruzan la plaza; todos estos portan armas que asemejan a rifles pero más estilizados. Adicionalmente ven algo raro en uno de los edificios que se encuentran más adelante, es como si el polvo transluciera unas siluetas parecidas a sombreros que flotan en el aire.
Creo que quieren usar sus trajes de camuflaje.
Igual que en el Golfo de Damocles. dice Kardan esos bobos creen que no los hemos visto.
El grupo de Taus que se encuentran cerca de la plaza se dividen en dos grupos y comienzan a caminar en sentidos opuestos con la intención, al parecer, de querer rodear la plaza.
Todos colóquense sus cascos. ordena Butch. Él conoce bien a estos invasores. Está seguro que portan carabinas de inducción y esos robots voladores que tienen más carabinas adheridas a su estructura. Todos lo obedecen rápidamente sin decir una palabra. Entonces Kardan vuelve a romper el silencio:
Tengo a un Etéreo con escolta a la una. Se acercan por el centro comercial.
Entendido. dice Numitor. Nosotros nos haremos cargo de ellos. Ustedes cúbrannos de los demás alienígenas. Ahora inicien el protocolo 14.
Entonces comienza la acción. El Sargento Aar y Malus ordenan disparar contra los alienígenas que se acercan a la capilla, mientras que Butch y Kardan disparan a la escuadra que se acercaba al centro comercial. Las explosiones matan a varios Tau y estos corren a esconderse entre los arbustos de la plaza.
¡Rayos! Van a pedir refuerzos
¡Laguz
!
Ya te oí Butch. responde mientras que su escuadra dispara al techo del estacionamiento, el cual es el edificio más alto.
De repente uno de los hermanos de la escuadra Los Condenadores cae herido. Sus compañeros lo ven pero no se inmutan. El herido se coge el hombro y masculla una maldición.
Sigan disparando al techo. ordena Laguz La bala vino de ahí.
Pero no vemos a nadie Sargento...
¡Sigan disparando!
tarde o temprano le atinaremos.
La escuadra Los Invasores vuelve a dispara su lanzamisiles con munición fragmentaria. Aunque los Tau se encontraban bien escondidos, las esquirlas los llegan a alcanzar y uno de ellos sale corriendo hacia las ruinas.
¡Eso perro, corre! le grita Malus ¡ve e invade el planeta de tu abuela!
En el techo del mismo edificio, la escuadra de Devastadores del Sargento Laguz la comienza a pasar mal. Los sobrantes de la otra escuadra de Taus no se habían acobardado y abren fuego contar ellos, hiriendo a otro hermano más. Este cae en muy mal estado.
¡A tierra! grita Laguz en inmediatamente sus marines se esconden entre los escombros del techo. Laguz se arrastra hasta donde se encuentra su camarada y lo coge para llevarlo a un lugar seguro, pero otra bala de carabina de inducción le hiere una de las piernas. El dolor es terrible, pero trata de no pensar en él y consigue llevar a su hermano Ultramarine fuera de la vista de esos asesinos. Laguz revisa a su hermano. La bala le ha perforado el estomago, pero ha entrado en animación suspendida.
Gracias al Emperador por la Membrana Sus An. dice usando su botiquín de emergencia en el herido. ¿Cómo está el hermano Kenku?
Tiene el brazo mal herido. responde el hermano Octavius No podrá usar su Cañón Láser.
Maldita sea. reniega Laguz encendiendo su comunicador Mi Señor, tenemos fuego pesado aquí. Hay francotiradores camuflados en el techo del estacionamiento.
Quédense ahí, sargento. ordena Numitor. Cuando lo ordene salga de ahí con los heridos.
Sí, mi Señor.
Entonces Numitor y la escuadra Águilas Negras sale de entre las sombras de unas ruinas y encara al Etereo y a su grupo.
¡¡ No tomen prisioneros!! grita el capitán Ultramarine al lanzarse contra los alienígenas. Estos son tomados por sorpresa en la estrecha calle. Las armas de combate cuerpo a cuerpo de los Elegidos del Emperador destrozan a los Tau sin dejarles tiempo para responder. El suelo se contamina con la sangre impura de los alienígenas. Entonces del cielo caen unos artefactos azules y blancos más grandes que una armadura de exterminador. Sobre lo que parecen sus hombros hay enormes cañones con barrilete rectangular. Inmediatamete le joven capitán los identifica como trajes tipo Apocalipsis; sin tiempo que perder activa la baliza de teleportación. Los Águlas Negras cubren a su líder mientras que el Etéreo arenga a sus patéticos seguidores a sacrificarse inútilmente por él. El aire se arremolina cerca de la zona de pelea. Una luz seguida de un estampido sonoro hace que aparezca en el campo de batalla el Sargento Hunter y sus exterminadores. Estos lo primero que ven son a los Apocalipsis y les dispara todo lo que tienen, pero no logran atravesar su grueso blindaje.
Vamos hermanos. grita Hunter. ¡Acabemos con ellos!
El Sargento Aar mira a los Tau que dispararon a Los Condenadores y apunta hacia ellos:
¡¡No quiero a ningún piel azul con vida!!
El Cañon de Plasma impacta contra los alienígenas haciéndolos desaparecer entre luz y humo. Los marines observan como el seto donde se parapetaban arde con el fuego purificador de sus armas.
Otro problema resuelto. dice satisfecho, pero su auspex comienza a tintinear. Tienen a enemigos escondidos cerca de ellos. Intuye rápidamente de quienes se tratan.
Atención. Debajo de nosotros hay duendes. Quédense quietos hasta que se los ordene. Y no hagan ruido.
¿Sombras?...
Igual que Damocles
Terriblemente igual.
El Capitán Numitor y los Águilas Negras Consiguen por fin deshacerse de la escolta del Etéreo Tau. Este los mira desde las alargadas y oscuras cavidades que son sus ojos. Con un odio sobrenatural se lanza contra el capitán marine blandiendo su brillante báculo. Numitor evita y bloquea los ataques del Etéreo con relativa facilidad, pero este no es rival para el señor de la Octava Compañía de Ultramar, el cual le cercena la cabeza con las Garras del Águila. Acabado esto, el capitán y su escuadra vuelan para encararse contra los Apocalipsis que acababan de llegar. La Escuadra Valius del Sargento Hunter corre también a encararse contra estas máquinas alienígenas. Estas, al verse rodeadas, tratan de defenderse, pero terminan siendo aplastadas por los puños de combate de los exterminadores. Numitor se da cuenta del salvajismo que demuestran los exterminadores en esta ocasión
nunca había visto manipular a alguien los puños de combate de esa forma, más aun, parece que a la escuadra Valius la inunda un odio y sed de venganza irracionales. El Capitán Numitor sabe lo que les ocurre. No es un odio hacia él, sino es un odio hacia todo aquello que los puede dañar. El sargento Hunter se ha sentido así luego que los Rapaxes los vencieran el día anterior e inutilizaran a la escuadra de su amigo Mainard, el cual está en el apotacarión atendiendo sus heridas. Los exterminadores rápidamente se alejan de su capitán sin mediar palabra, mientras que este y sus escuadra consolidan hacia una de las paredes del estacionamiento.
Sargento Laguz, comience el protocolo 4 de retirada. Sargentos Butch y Kardan, ya saben que hacer.
Los Guardianes de Iax y Los Cazadores de Ultramar responden a su capitán disparando contra el techo del estacionamiento. Ven como uno de los drones camuflados del enemigo revienta. Los restos caen desde el cuarto piso del edificio y se estrellan contra el suelo. Numitor mira los restos. Definitivamente el que los controla debe estar muy cerca. El capitán marine hace una señal y su escuadra vuela en hacia el tercer piso del estacionamiento con ayuda de sus retroreactores. Hay demasiados escombros, así que concluye que lo mejor sería un asalto por tierra usando las escaleras que conducen al techo.
¡Vamos!, acabemos con esa carroña de una vez. Encárguense de sus robots
el que los controla es mío.
La escuadra del Butch es atacada. Dos de sus miembros caen por disparos de carabinas de inducción. No hay duda de que la tecnología que usan sus adversarios es grandiosa. Han podido darles estando escondidos dentro de un edificio.
¡¡Cúbranse!! ordena el sargento. De inmediato sus guerreros se parapetan entre las paredes del edificio. Los heridos comienzan a curarse usando su equipo de primeros auxilios. El sargento asoma la cabeza por una de las ventanas y esta es impactada por una bala enemiga. El impacto lo hace caer de bruces al suelo. Sus hermanos rugen de dolor al ver a su líder muerto. Se acercan a él y lo ven sentarse pesadamente en el suelo.
Les dije que se pusieran sus cascos ¿no? dice quitándoselo y mirando la mella dura que el proyectil le dejó. Bendito sea el Omissiah por habernos dado tan divina protección.
Pero hermano
No te preocupes, ya todo esta solucionado. Mira. dice Butch apuntando al techo del estacionamiento. Sobre el techo de este el Capitán Numitor
y el escuadrón Águilas Negras ha tomado por sorpresa a los francotiradores Tau.
¡Vamos hermanos! grita el Sargento Ailex fervorosamente ¡Por el Emperador!.
La Escuadra de Asalto comienza a destruir los drones de disparo Tau con sus armas de combate cuerpo a cuerpo. Estos caen al suelo chisporroteando. El Capitán Numitor coge al alien que manipula a los drones, destroza su aparato de control y lo arroja al vacío. Un sonido sordo indica la muerte de este sucio invasor. Numitor mira desde ahí al los Tau muertos. De inmediato estos bajan nuevamente al tercer piso.
Rayos
esos alienígenas ya trajeron su artillería pesada. informa Malus al ver como del cielo desciende un tanque Cabeza de Martillo. Su torreta consta de un enorme acelerador lineal y posee baterías de misiles y descargadores de señuelos.
Eso no es todo
Aquí tenemos problemas. dice el Sargento Marcus al ver a una escuadra de tres armaduras Crisis caer desde el cielo, además también observan como otra armadura Crisis, de mejor diseño que las anteriores, desciende un poco más al norte de estas.
¿Qué hacemos señor? pregunta el hermano Tomás cogiendo su lanzamisiles.
Pedir refuerzos. responde encendiendo su baliza de teleportación y colocándola pegada a uno de las enormes ventanas de la capilla.
Pero la escuadra Gaius está fuera de servicio.
Esperemos que El Emperador los traiga aquí. Tendremos que luchar contra ellos. Recuerden su entrenamiento. A mi señal salimos y contamos su avance.
Sí señor. dicen los exploradores en voz baja. Esta será la primera vez que el Escuadrón Zombi peleará en combate cuerpo a cuerpo. En realidad su especialidad es maniobras encubiertas y sabotaje, pero ahora deberán de detener a los enemigos lo suficiente para que sus hermanos marines se posicionen y acabarlos a distancia antes que estos malditos se parapeten entre las ruinas.
En el techo del Administratum, la escuadra Hijos de Acastos no se ha movido por más de dos minutos, esperando a ver lo que sus furtivos enemigos piensan hacer. El Sargento Aar hace una señal. Los marines toman posición de formación abierta sobre el techo del edificio y coloca a los portadores del Cañón de Plasma y Rifle de Plasma cerca del forado de la azotea. Aar sabe que estos especialistas Tau no harán nada a menos que sepan que ganarán sin arriesgar su seguridad. Jamás usarían sus retrocohetes para caer en frente de ellos ya que saben que es un suicidio y tampoco los pueden usar debido al riesgo que corren de chocar contra los escombros, sin olvidar el corto alcance que tienen estos dispositivos. De cualquier forma el sargento sabe que estos invasores acaban de caer en una trampa mortal. Todo ha terminado.
¡¡¡Fuego!!!
El Cañón y Rifle de Plasma son disparados al primer piso del Administratum. El destello y los gritos de enemigos achicharrándose indican que no les fue bien. Pero algo raro pasa. La estructura comienza a crujir. El piso bajo ellos comienza a ceder. Se agrieta lentamente.
¡Se desmorona! Ultramarines
¡Sus cables!
Entonces los marines sacan rápidamente los cables de seguridad de de sus cinturones y aseguran el gancho de seguridad con los hierros que daban estructura al concreto. El piso desaparece con un sonido estruendoso y toda la escuadra queda suspendida dentro del cascarón hueco del Administratum. Al fondo ven entre los escombros los restos calcinados de sus enemigos.
¿Qué hacemos señor?
Un día de ayuno por hacer preguntas necias hermano Bowman
Bajemos rápido. Nuestros hermanos nos necesitan.
Los Exterminadores de la escuadra Valius miran furiosos como el tanque de los Tau dispara su enorme Acelerador Lineal contra Los Guardianes de Iax, pero los restos del Generatorum los salvan de la detonación. Este disparo levanta una nube de polvo y restos de concreto realtivamente densa. Los Ultramarines, sin inmutarse, disparan su Cañón Láser y vuelan la enorme arma del tanque por los cielos. Al mismo tiempo, el armatoste alienígeno dispara sus misiles contra los exterminadores, lo cual hace que estos se enfurezcan aún más.
¡¡¡Por la gloria del Imperio carguen!!! grita el Sargento Hunter. Su escuadra dispara los misiles Ciclón al frontal del vehículo y acaban con una de sus torretas de misiles inteligentes. El tanque responde con un lanzamiento de señuelos, pero estos no distraen a los exterminadores de su sagrada misión y comienzan a golpear la superficie del vehiculo gravítico el cual es inutilizado permanentemente. Los tripulantes de este salen despavoridos pero se encuentran con la muerte disfrazada en los disparos de bolter. Malus mira el buen trabajo realizado por su escuadra. Pero nota algo que se acerca por el lado de la capilla y un movimiento desesperado de los exploradores del "Escuadrón Zombi".
El flanco oeste está invadido, mi señor. Ailex apagando su cominicador. El Escuadrón Zombi tratará de contenerlos.
¿Están locos?... ¡Debemos ir a ayudarlos! replica Numitor encendiendo sus retroreactores. Los mimbros de la escuadra "Águilas Negras" lo siguen sin dudar a la capilla en ruinas. El capitán no puede creer el atrevimiento de los invasores Tau
se supone que ya han tenido suficiente ¿por qué no se retiran de una vez?
¡Arriba! ordena Malus al hermano Laguz mientras lo levanta para apoyarlo contra él. Comienzan a caminar fuera del edificio que está pronto a venirse abajo.
Qué gusto verlos hermanos agradece Laguz mientras trata de desviar el dolor usando sus implantes augméticoneuronales. ¿cómo va todo?
Marcus al parecer se va a enfrentar a armaduras Crisis. Al parecer uno de los enemigos es alguien importante. Se ve muy fuerte.
¿Cómo?... Marcus y su escuadra no son rivales para esas cosas y tú lo sabes bien.
Claro que lo son. corrige Malus Recuerda que El Emperador lo guía. El y los chicos saldrán bien de esto
lo sé.
Entre tanto, el Escuadrón Zombi se preparan. Sueltan los rifles de francotirador y si lanzamisiles y sacan sus cuchillos de combate. Mentalmente rezan una plegaria al Primarca y al Emperador. Saben que se arriesgan mucho, pero la humanidad es primero.
Vamos hermanos. ¡Coraje y Honor! grita Marcus y sale corriendo de la capilla disparando su pistola bolter. El resto de los jóvenes
exploradores lo imita. Los trajes Crisis se sorprenden al ver a los marines espaciales cargarles con armas tan primitivas. Pero ocurre algo que nadie esperaba. La Escuadra Gaius del Sargento Mainard hace su aparición teleportada. De inmediato se dan cuanta de la acción desesperada que llevan acabo los más jóvenes de sus hermanos.
¡Cubran a nuestros hermanos! ordena Mainard. Su escuadra dispara al lider Tau que se quedó atrasado. La lluvia de sagrado uranio empobrecido despedaza a este alienígena de forma instantanea , el cual cae pesadamente siendo visto por sus esbirros.
¡¡Carguen!! grita el Sargento Marcus emocionado. La llegada de sus hermanos veteranos ha elevado la moral de su escuadra al tope. De pronto dos de las tres armaduras enemigas caen mortalmente heridas por un potente rayo láser. La armadura restante, aterrada, trata de huir, pero de encuentra con los puños de combate de los Exterminadores que ponen fin a su existencia en un sangriento enfrentamiento. El Tau, mortalmente herido, trata de arrastrarse para huir, pero el Sargento Mainard descarga el Bolter de Asalto en su cabeza, terminando con su vida. Los exploradores se dan la vuelta par ver exactamente que ocurrió.
Es el convoy de refugiados encabezado por el Land Raider Pegaso. Este avanza como una punta de lanza, limpiando el camino de los transportes reparados para llevar a los civiles, junto con los Rhinos, Razorbacks y los Hermanos Dreadnaughts Morten y Byron.
¡Ya era hora que llegaran! grita Numitor por la radio entre contento y molesto.
Lo siento, mi señor. responde Aurelius Pero el espíritu de estas máquinas nos ha salido caprichoso.
Está bien
más vale tarde que nunca
pero que no se vuelva a repetir.-replica Numitor retrayendo las "Garras del Águila".
¿Estas bien hermano? le pregunta Hunter a Mainard por la radio.
No mucho
pero no podíamos perdernos de esto. Nunca los dejaremos solos
aunque creo que el hermano Albión nos castigará por haberlo desobedecido.
Todos comienzan a abordar algunos transportes. Los heridos son rápidamente atendidos en los camiones de refugiados y Rhinos. Las Cañoneras Thunderhawk llenas de equipos y refugiados cruzan el cielo en dirección norte hacia el punto de reunión con la Miranda.
El Capellán Varnum baja del Land Raider para encontrarse con Numitor.
Bien hecho Numitor. Ya no hay enemigos que nos bloqueen el paso, pero hay otros problemas.
¿Qué ocurre? pregunta mientras se quita las Garras del Águila.
El Ordo Heréticus nos ha dado sólo una hora antes de iniciar el ataque nuclear. Tenemos que abandonar este planeta condenado lo antes posible.
Entendido ¿dónde está Cástor y el comandante Orestes?
¿Nos llamabas? dice Cástor saliendo del Land Raider acompañado por Orestes y la pequeña Alara. Esta corre hacia el joven capián Ultramarine y este la carga.
¿Cómo les fue?
Excelente. Cuando nos alejábamos veíamos como los alienígenas detonaban las trampas y minas que pusimos por toda la ciudad. Aún se escuchan las explosiones y los derrumbes. Tardarán mucho para alcanzarnos.
Bien hecho Hermano Epistolario
Bien regresen a sus transportes, no hay tiempo que perder.
¡¡ Sí, señor!! dicen todos sin perder tiempo.
El convoy comienza su rápido avance para encontrarse con la plataforma de combate Miranda. Al sur de la ciudad, el sonido de los gritos y estallidos es arrastrado por el viento hacia ellos como una clara y aterradora demostración de triunfo.