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Warhammer 40.000 => Trasfondo => Mensaje iniciado por: Lord Principe en 18 de Enero de 2013, 02:14:09

Título: [Relato] La venganza de Melghar
Publicado por: Lord Principe en 18 de Enero de 2013, 02:14:09
Pues estaba dándole vueltas a un proyectillo que tengo por ahi y que necesito un trasfondo, por fin esta noche me he puesto a escribirlo, que llevaba un par de semanas con él en mente.

Os lo pongo para que lo disfruteis, y entreis un poco en la mentalidad de mis marines de Nurgle y en la cosmogonía de mi mundo warhammero desde que me atrapo el caos.

Lo acabo de escribir, asi que me imagino que alguna falta habrá, ya sea gramatical, sintaxis o de algún tipo. Si alguno se da cuenta y lo señala genial, lo corrijo. Pero sobretodo disfrutar del relatillo. Con un poco suerte solo será un leve preámbulo.

Agradecer a Lu la creación del personaje y que me permitiera nombrar a sus Aguilas Rojas, ojala sea el principio de una colaboración más continua y profunda entre nuestros trasfondos  :-*



El enorme cuerpo de Khonnor apenas cabía en el sillón de mando del capitán de la Espíritu de Mortarion. Aún así debía sentirse cómodo, tenía los ojos cerrados y la respiración, pese a breves flemas, era regular y profunda. Los miembros de la tripulación estaban tranquilos, ningún semidios estaba en el puente y no habría castigos indiscriminados o muertes innecesarias. Sin embargo, la paz duró poco, hasta que la temperatura del puente empezó a bajar. La habitualmente húmeda y calurosa atmósfera empezaba a enfriarse, la escarcha a acumularse en las esquinas y ellos mismos a dejar de sentir el dolor en las llagas y heridas supurantes que tenían en sus cuerpos consumidos por el hambre y la enfermedad. Esta tregua al dolor es bienvenida aunque saben que luego el despertar será agónico, sentirán aún más el dolor y en sus breves momentos de descanso y sueño serán presas de pesadillas y de la locura. Pues la bajada de la temperatura y la inmovilidad del campeón de Melghar significan que ha entrado en comunión con la disformidad. Khonnor no es un hechicero o un psíquico latente, pero si tiene cierta afinidad con la disformidad a nivel subconsciente que le es muy útil para mejorar sus habilidades como guerrero. Esa presciencia le permite tener una velocidad asombrosa, impropia de los guerreros tocados por Nurgle, y en contrapartida debe sufrir estos episodios pues es también mensajero de los dioses. Un grito agónico recorre silencioso  puente, Subirats, un viejo oficial de Thranx ha muerto, el sacrificio se ha hecho, la puerta está abierta, Khonnor abre los ojos y una luz amarillenta, enferma, sale de ellos.

La llanura pantanosa está envuelta en la niebla, ardiente y pegajosa, y poco menos que impenetrable. El suelo es esponjoso y con cada pisada de Khonnor se queda la huella, profunda y húmeda. Mira al frente y entre los restos de unos tocones aparece una figura. Una criatura obesa y casi informe es transportada en un palanquín por cientos de nurgletes, esas pequeñas y estúpidas criaturas, representaciones en miniatura de los grandes demonios de Nurgle. Se dirige hacia el paladín bamboleándose, tanto que en un par de ocasiones parece que se va a caer el obeso demonio del palanquín, sin embargo, en ambas oportunidades los nurgletes consiguen mantener el precario equilibrio del demoníaco conjunto.

Por fin llega frente a Khonnor. Realiza una breve inclinación de cabeza a modo de saludo que es respondida con un ligero alzamiento de la enorme hacha del paladín, que relajadamente acuna el arma por si tuviese que necesitarla. Aunque bien sabe que solo es un sueño, sin embargo, nunca está de más sentir la seguridad de su arma, o el eco psíquico de la misma.

Saludos, Khonnor – dice el demonio con una aguda voz, impropia de un cuerpo tan grande. Soy Epidemius y te hablo en nombre de Ku-Un-Gruk, su verdadero nombre sea alabado, gran demonio de Nurgle y señor de los Mil Mundos Enfermos. Y nuestro común benefactor.
-   Bien, Heraldo, déjate de florituras y dime porque me has traído, tengo matanzas que planificar y sacrificios a tu señor que hacer – responde Khonnor escupiendo un esputo, que al llegar al suelo se convierte en un nurglete que corre hacia el palanquín.
-   Mi señor quiere que Melghar y su hueste vayan a un planeta llamado Angelis a conseguir una reliquia que el gran Abbadon, los Ocho le protejan, necesita.

Una estruendosa risa sale de la garganta de Khonnor, que poco a poco se va convirtiendo en una serie de flemas y gorgojeos y que pronto terminar en una asquerosa tos. Sin embargo, el humor no desaparece de sus ojos, un humor cruel y peligroso, teñido por el desprecio. Y por la ira, ya que el hacha vuela a una velocidad increíble y corta limpiamente un pie del Heraldo que sobresale del Palanquín.
Basura, cuando te dirijas a mi señor, te dirigirás a él con el debido respeto. Es un Príncipe Demonio, elegido de nuestro Dios, muy superior a nosotros. Vuelve a faltarle al respeto y descuartizare esa ruina de cuerpo que posees.
-   jijijijijijijiji...jijijijijiji... ¿crees que me asustas con esta demostración de fuerza? – responde Epidemius, mientras le crece de nuevo el miembro amputado. Solo soy una representación, una parte del gran yo que represento. Soy el escriba de Nurgle, ¿crees que puede matarme, estúpido mortal?. Jijijijijiji
-   ¿Y a nosotros que nos importa lo que quiera ese fracasado señor de la legión maldita? ¿Después de miles de años de guerra y varias cruzadas que han acabado en otras tantas ignominiosas derrotas quién es para pedir algo a mi señor Melghar? Es un simple mortal, ya no le debemos obediencia, y nunca debimos dejarle liderar a los restos de las legiones tras la muerte de Horus. Somos la Guardia de la Muerte, amos de nuestro destino.
Puede que Abbadon sea un simple mortal, pero tiene aliados poderosos. Aliados que saben cosas  que Melghar querría conocer. Vuestro señor Melghar – Se corrige en el último momento Epidemius, que a pesar de la bravata ha sentido el dolor y no le ha gustado, demasiado punzante e imprevisto, prefiere la agonía lenta de la enfermedad. Tiene cuentas pendientes por la galaxia, y en un sector cercano a ese planeta opera un dispositivo de las Águilas Rojas...jijjijijiji...¿sabes quiénes son?

Durante unos instantes Khonnor calla. Está recordando como esos marines leales al falso emperador consiguieron derrotarles, incompresiblemente. Individualmente los marines de ahora son mucho más débiles físicamente que los astartes de las legiones originales y tácticamente están tan contaminados por la maldita obra del primarca ultramarine que están encorsetados y es fácil superarlos. Aún así les derrotaron en una ocasión, y no solo eso, sino que un simple sargento consiguió herir a Melghar gravemente. Aún recuerda como la herida chorreaba icor y como las fuerzas se le escapaban a su señor. Como su enorme cuerpo caía y la disformidad liberada inundaba las cercanías del duelo con el mortal. Fue por una arma reliquia, maldita fuese esa arma una y mil veces, el Eztli, y maldito fuese Youali Kone. Durante años Melghar le ha buscado para vengarse, ha arrasado planetas y descuartizado personalmente a varios Águilas Rojas para conocer su paradero. Hasta ahora todos los esfuerzos eran infructuosos y la venganza cada vez dominaba  más su obsesiva y precaria cordura. Finalmente ha llegado la hora. Tendrá que jurar obediencia a Abbadon y dejar que la décimo tercera sea parte de su ejército un tiempo. Será un trago duro, aún así, será un  precio pequeño por la venganza.

Khonnor preferiría no tener que enfrentarse a su señor y decírselo él, pero sabe que su ira será mayor si se lo oculta. De forma que asiente al Heraldo de Nurgle mostrando su conformidad y se da media vuelta. Ha de volver  e invocar a su señor. Pero antes debe hablar con el oficial de mapas de la nave y con el Portador de la Palabra que viaja con ellos. Está seguro haber oído a ese viejo amigo  hablar de alguna Hermandad de Cultistas operar por ese sector de la galaxia. Y siempre la carne de cañón es bienvenida a sus filas.

La humedad y el calor vuelven al puente de mando de la Espiritu de Mortarion, la tripulación jadea y emite quedos quejidos, el dolor ha vuelto. Khonnor ha cerrado los ojos y la luz amarillenta desaparece. La hueste de Melghar de nuevo va a la batalla y busca venganza...
Título: Re:[Relato] La venganza de Melghar
Publicado por: Gonfrask en 18 de Enero de 2013, 13:41:35
Esta bien, en el primer parrafo hay un poco de lio y en cierto modo informacion "innecesaria" como lo de su agilidad, ya que no aporta nada a la historia que vas a contar.
Título: Re:[Relato] La venganza de Melghar
Publicado por: Lord Principe en 18 de Enero de 2013, 14:39:56
Nadie mejor que tu debe saber que solo es un preámbulo, y que esa info mAs tarde puede tener relevancia jejejejje

ok, repasaré lo otro que dices a ver si puedo dejarlo mas clarito. Gracias Gon.
Título: Re:[Relato] La venganza de Melghar
Publicado por: Gonfrask en 18 de Enero de 2013, 15:29:57
Jejejeje, hombre, me refiero a que ese detalle seguramente sea mas importante cuando este combatiendo y toque algo en plan "su tamaño y aspecto era engañoso, los regalos de Nurgle le hacian parecer torpe pero su agilidad estaba mas alla de toda duda"
Título: Re:[Relato] La venganza de Melghar
Publicado por: Lord Principe en 18 de Enero de 2013, 16:42:33
Ya está hecha la modificación. Creo que ahora esta más claro. A ver si Duma le echa un vistazo que siempre sus críticas son certeras y bienvenidas.
Título: Re:[Relato] La venganza de Melghar
Publicado por: Lu en 21 de Enero de 2013, 01:44:55
Oh, así que Melghar va a estar en Angelis... Youali Kone tendrá la oportunidad de rematar el trabajo que quedó a medias... ¡Gloria al Dios-Sol Emperador!


PD: Habría que ponerle una regla especial al Eztli contra demonios... xDD