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Warhammer 40.000 => Trasfondo => Mensaje iniciado por: miguel en 01 de Marzo de 2007, 15:28:45

Título: La Gran Cruzada
Publicado por: miguel en 01 de Marzo de 2007, 15:28:45
Vale, en principio he conseguido recopilar todo lo que quería sobre la Gran Cruzada. 17 hojitas de word que quiero partiré en varios mensajes, ya que no quiero tampoco derribar la base de datos con semejante volumen de texto.

Las fuentes utilizadas esta vez son muy diversas, libros mil, tanto de las novelas de la herejía, como codex, reglamentos y otras publicaciones de trasfondo. Wikipedia, los relatos de Agramar del foro de OJ Games para los episodios de Ullanor y Davin, y también los textos de la página oficial de Games Workshop que he tratado de colocar de la mejor forma posible.

Antes de empezar, decir que hay algunos relatos que destripan alguna de las novels de la Herejía de Horus, aunque son muy escasos, como he dicho antes Ullanor y Davin.

Por otro lado, me gustaría explicar que en ningún caso el orden en el que he puesto la aparición de los Primarcas es oficial. El primero de ellos es Horus, eso es lo único oficial, a partir de ahí son todo suposiciones mías. Para hacerlo, primero traté de encontrar los planetas natales de los Primarcas, los más cercanos a Terra serían al menos en teoría y por lógica los primeros en ser encontrados.

La verdad es que descubrí pronto que esto no tenía sentido. Del Codex Lobos Espaciales de 2ª Edición se dice por ejemplo que su Primarca es de los primeros en ser descubierto, y esta en el Segmentum Obscurus, cuando Prospero por ejemplo esta en el Solar. Se dice también en muchos textos que Lion El' Jonson es el Primarca más antiguo de todos después de Horus, y Caliban estaba en el borde del Segmentum Obscurus.

Por todo esto, más lo difícil que es encontrar los 18 planetas de los Primarcas, sobre todo porque muchos de ellos fueron exterminados me hizo ir a los textos de la página web de las 13 legiones que están descritas de forma extensa. Normalmente, la regla para decir que un Primarca había sido encontrado antes que otro fue, cuando por ejemplo se hablaba de las amistades entre los Primarcas o cuando uno cogía a otro a su cargo. En este segundo caso, para mi esta claro que el "tutor" ya existía antes de que apareciese el "alumno".

Algunos ejemplos de esto son:

De los Guerreros de Hierro por ejemplo: "[...]Se establecieron pequeñas guarniciones de Guerreros de Hierro en las nuevas fortificaciones. Mientras que Russ, Vulkan y Magnus se negaban a dividir sus fuerzas, Perturabo obedeció las órdenes imperiales con una amargura creciente.[...]"

Para mi por tanto, Russ, Vulkan y Magnus son anteriores a Perturabo.

En fin, creo que debía explicarlo pero tampoco me parece importante. No viene explicado en algún sitio y yo a algo debía de agarrarme para ir haciendo avanzar la historia.

Eso es todo, espero que os guste y que como siempre, podamos tener una bonita discusión sobre el tema:

La Gran Cruzada (Parte I)

En el momento en que las tormentas de la disformidad terminaron, los Marines espaciales y otras fuerzas Imperiales estaban listas para reconquistar la galaxia. Las fuerzas del Caos eran ya poderosas, y muchos mundos humanos habían sido tomados por adoradores del Caos u otros alienígenas. Era un esfuerzo duro y largo, pero con cada victoria el joven Imperio crecía más fuerte mientras nuevos guerreros se unían a la Gran Cruzada a la vez que el Emperador poco a poco iba encontrando a los Primarcas perdidos, asignándoles el mando de las Legiones de Marines Espaciales creadas a semejanza suya (Leer Liber Primal).

Los Primarcas eran una especie de baliza psíquica que atraía al Emperador hacia ellos si estaba lo bastante cerca. En Cthonia, un planeta muy próximo a Terra fue donde el Emprado encontró al primero de sus Primarcas perdidos. Fue Horus al que encontró, y durante treinta años fue el único hijo que el Emperador tuvo a su lado. Horus le dio la decimosexta Legión creada a su semejanza genética, Los Lobos Lunares, y juntos comenzaron la Gran Cruzada y la expansión del Imperio del Hombre. Ambos se salvaron la vida muchas veces, y se decía que había una gran afinidad entre ellos.

Mientras el Emperador y Horus continuaban la Cruzada, muchas naves de exploración partieron en diferentes direcciones por toda la galaxia, ya que además de consolidar el nuevo Imperio, el Emperador tenía como principal objetivo recuperar a sus Primarcas. Una de las naves de exploración llegó a Caliban, un planeta del Segmentum Obscurus e informó al Emperador de que quizás uno de sus hijos podía estar allí.

Tras dejar a Horus a cargo de la Cruzada, el Emperador fue a encontrarse con su Primarca, llamado Lion El� Jonson. Le dio la primera Legión de Marines Espaciales, los Ángeles Oscuros, creada con su material genético y le dio órdenes concretas para seguir con la Cruzada en otro frente.

El Emperador y Lion se marcharon de Caliban dejando tras de si a Luther, el segundo al mando de la Legión y gran amigo de Lion El� Jonson, al cargo de un grupo de tropas para guardar el planeta y salvaguardarlo de las fuerzas del Caos.

La Gran Cruzada continuó y los mundos fueron cayendo uno tras otro. Las noticias de las victorias de Jonson llegaron hasta el último rincón de la galaxia. En Caliban, las pequeñas ascuas de celos y envidia que habitaban en el corazón de Luther prendieron y se avivaron con cada narración de las proezas y del coraje en batalla de su hermano hasta que lo convirtieron en un abrasador infierno de cólera. En el interior de su mente, su papel como celador de un planeta olvidado se le antojó una mancha en su honor. Así fue como el noble caballero Luther se sumió en una nube de amargos pensamientos.

Leman Russ se adaptó rápidamente a su papel como Primarca de los Lobos Espaciales. Recibió el regalo de una excelente armadura bendecida tres veces por el propio Emperador. Su mandoble fue reemplazado por la legendaria Cuchilla Glacial Mjalnar, cuyos dientes fueron tallados a partir de las garras del Gran Kraken Gormenjarl y de cuya hoja se decía que podía partir en dos las montañas de hielo de Fenris. La Legión de los Lobos Espaciales aceptó al enorme Rey Lobo como Primarca y líder sin vacilar y, en los años siguientes, sus componentes se convirtieron en hijos para Leman Russ.

Russ siempre actuaba como punta de lanza en cada batalla y se abría camino en vanguardia, aniquilando a todos los que se le ponían delante. A lo largo de las numerosas y extensas batallas de la Gran Cruzada, los Lobos Espaciales y sus aliados lupinos siempre lucharon en primera línea de combate. Russ siempre iba al frente de sus legiones, descuartizaba a cualquiera que se atreviera a cruzarse en su camino y su llegada era anunciada por los aullidos de la manada.

A la vez que se iban �liberando� planetas, el Emperador iba forjando lo que un día se denominaría como Guardia Imperial, y que en aquellos momentos era conocido como Ejército Imperial, una profusa cantidad de hombres reclutados de diferentes mundos: aventureros, mercenarios, idealistas, indeseables, xenófobos, primitivos y oportunistas. Al principio, estos eran empleados para llevar a cabo tareas de acuartelamiento en sus propios planetas. Con el apoyo del Emperador, estas efectivas fuerzas locales mantuvieron a raya las rebeliones y defendieron sus planetas de los incursores alienígenas.

"Somos sus hijos. Que todo aquel que nos mire lo sepa. Solo debido a la imperfección podemos fallarle, así que ¡no le fallaremos!"

Tan impresionado quedó el Emperador por las palabras de su recién reencontrado hijo que concedió a la Legión de Fulgrim un honor único: a los Hijos del Emperador se les permitiría lucir el Águila Imperial en el pectoral de su armadura y serían, por lo tanto, la única Legión que podría lucir el símbolo de esa manera. Fulgrim estaba ansioso por empezar su conquista de las regiones desconocidas de la galaxia, pero se dio cuenta de que sus doscientos guerreros eran demasiado escasos para emprender una cruzada por cuenta propia. Con la bendición del Emperador, él y su Legión se unieron a los Lobos Lunares. Así, Fulgrim luchó codo con codo con su hermano Horus y le ayudó en su recién asignada misión de pacificar la Franja Este de la galaxia. El Señor de la Guerra en persona alabó a Fulgrim y su Legión declarando que eran la personificación del Adeptus Astartes.
 
El historiador Carpinus, que recopiló la historia detallada de la Gran Cruzada (el llamado Speculum Historiale), afirma que los ejércitos de Jaghatai concluyeron la destrucción del reino del Palatino justo seis meses antes de la llegada del Emperador a Chogoris. Cuando los dos hombres se encontraron, se dice que el Khan supo inmediatamente que acababa de conocer a quien representaba el ideal supremo por el que siempre había luchado, un hombre que podía unir a todas las estrellas del cielo. En su palacio de Quan Zhou y frente a todos sus generales, se arrodilló y juró lealtad eterna al Emperador. El Primarca recibió el mando de la 5ª Legión, que adoptó las largas cicatrices faciales de los miembros de la tribu de los Talskar, que van desde la frente hasta la barbilla, y cambió su nombre por el de Cicatrices Blancas. El Gran Khan ascendió a los cielos con el Emperador y legó su imperio a su general, Ogedei. Muchos de los seguidores de Jaghatai decidieron unirse a su Khan y se transformaron en Marines Espaciales de la Legión.
 
La Gran Cruzada tenía ya varios frentes abiertos, el más importante sin duda el de la Franja Este al mando de Horus con el apoyo de los Hijos del Emperador. Mientras tanto, el Emperador seguía viajando por toda la galaxia a los lugares donde otro de sus hijos aparecía.

El Emperador descendió a Deliverance en medio de celebraciones de victoria, y encontró a Corax, su Primarca, que sorprendentemente estaba esperándole. Los dos hablaron durante un día y una noche en la que Corax aceptó el mando de la Legión de la Guardia del Cuervo, mientras que el Emperador se comprometió a ayudarle a poner orden en Kiavahr.

Corax y su Legión fue asignada a Horus durante un tiempo, pero los dos Primarcas no se llevaban muy bien, por lo que Corax decidió retirar a sus tropas y buscar otro camino por el que continuar la Cruzada.

El Acechante Nocturno se adaptó rápidamente a las enseñanzas del Imperio, aunque continuó siendo silencioso y retraído, incluso cuando le fueron presentados sus hermanos. Con Fulgrim, Primarca de los Hijos del Emperador y tutor suyo, aprendió a la perfección y con suma facilidad todas las complejas doctrinas del Adeptus Astartes. Se refería a Terra como si hablase de un paraíso y su metabolismo se adaptó muy bien a sus ciclos diurnos, tan diferentes de los de Nostramo. El Acechante Nocturno no tardó en ponerse al frente de los Amos de la Noche, su progenie genética, una Legión de hijos que recuperaba así a su propio padre pródigo.

Cuando se unió a la Gran Cruzada, el Acechante Nocturno demostró una capacidad estratégica sorprendente y su Legión se adaptó a sus tácticas con inteligencia y dedicación. Aunque era un gran estratega en el campo de batalla, no se daba cuenta de las sutilezas de la negociación y los tratados con el enemigo. Simplemente, al Acechante Nocturno no se le ocurría una alternativa al uso de la fuerza para conseguir sus objetivos. Esta tendencia se extendió rápidamente entre los rangos más altos de los Amos de la Noche hasta que fue aceptada sin discusión. Donde un ataque tan preciso como un corte quirúrgico habría sido suficiente, el Acechante Nocturno utilizaba una fuerza desmesurada para lograr la victoria. Se relata que el Primarca era de la opinión de que la mejor manera de asegurar que el enemigo fuera completamente derrotado era acabar brutalmente con su cabecilla delante de sus tropas; de este modo, no solo se solucionaba sin duda el problema original, sino que también se aseguraba que los que observaban no se atreverían a infringir la ley imperial. Esta fue la política y la táctica militar que utilizó el Acechante Nocturno desde el principio.
 
Durante sus primeros años como Primarca de los Amos de la Noche, su Legión destruyó casi todo atisbo de herejía de forma tan fanática como la de los cazadores de brujas. El Acechante Nocturno hizo de sus hijos una eficiente Legión de guerreros para los que matar era parte de su naturaleza y que conseguían sus propósitos como fuese. Se guarda una grabación de una de las primeras misiones del Acechante Nocturno en la que se le encomendó la misión de destruir un templo dedicado a una deidad agrícola y él no dejó piedra sobre piedra del asentamiento civil en el que se erigía el templo.
 
El incidente en el que los Amos de la Noche bombardearon un continente entero con bombas víricas porque había una ciudad en la que se había descubierto un floreciente culto a Slaanesh fue la prueba definitiva de que esta Legión utilizaba la fuerza de manera excesiva. El Acechante Nocturno alentaba a sus soldados a que decorasen sus cascos y armaduras con iconos que produjesen miedo y con los que reforzasen su ya de por sí terrible reputación. La Legión pintó en sus servoarmaduras con el mayor de los cuidados cráneos alados, máscaras de muerte y caras aullantes. A veces, incluso adornaban sus armaduras con las cabezas decapitadas de sus enemigos.
 
La táctica resultó ser increíblemente efectiva. Las medidas extremas que adoptaban los Amos de la Noche pasaron a ser infames y la mera mención de su presencia en un sistema planetario aseguraba que los planetas pagaran sus tributos, cesaran toda actividad ilegal y mataran a aquellos que presentaban deformidades antes de que los Amos de la Noche decidieran hacerlo.
Título: Re: La Gran Cruzada
Publicado por: miguel en 01 de Marzo de 2007, 15:34:50
La Gran Cruzada (Parte II)

Durante este tiempo, el Emperador ya había encontrado a otros dos Primarcas, Vulkan de los Salamandras y Sanguinius que adoptó bajo su mando la Legión de los Ángeles Sangrientos. La Gran Cruzada había llegado hasta las Colmenas de Hielo de Inwit cuando Rogal Dorn se presentó ante el Emperador por primera vez. Llegó al timón de Phalanx, la gran estación móvil que terminaría convirtiéndose en la fortaleza monasterio de los Puños Imperiales. El navío era su regalo para el Emperador (una nave como esa no había sido vista desde la Era Siniestra de la Tecnología). Tenía el tamaño de una pequeña luna, su puerto principal podía albergar una docena de cruceros y su superestructura consistía en un alto y denso bosque de agujas y capiteles entrelazados mediante contrafuertes que flotaban en el aire. Brillaba como una pequeña estrella, como un precioso tesoro en un momento tan dramático como el de la Gran Cruzada. El Emperador recibió a Dorn como correspondía y le puso al mando de la Séptima Legión de Marines Espaciales, los Puños Imperiales; luego, le devolvió Phalanx para que la utilizara como fortaleza monasterio del capítulo.
 
La Séptima Legión se había formado en Terra, tal y como demostraba su más antiguo honor de batalla "Roma", ahora tan solo apreciable en un icono de ceramita demasiado valioso incluso para ser expuesto en el Reclusium internum. La Séptima Legión había efectuado muchos reclutamientos en Inwit y más del 70% de sus fuerzas consistía en aspirantes. Los Puños Imperiales formaban un núcleo compacto, puesto que los Hermanos de Batalla y su Primarca se habían puesto al servicio del Emperador en una época muy temprana y el lazo de unión entre ellos se había hecho muy fuerte. Nacidos de la misma semilla genética, Primarca y Legión mostraban la misma inflexible disciplina y un riguroso sentido del orden.

El puñado de Hermanos de Batalla de Terra trajo con ellos una tradición de duelos de honor que fue abrazada rápidamente por el resto de la Legión. Los hermanos todavía llevan a cabo duelos a espada según aquellas convenciones. Nadie recuerda la antigüedad de este ritual de combate, pero sigue uniendo a los hermanos, otorgándoles honor y recordándoles su origen terráqueo incluso cuando están lejos de casa.

Las primeras actuaciones de la Legión resultaron muy exitosas. Mientras acontecía la Gran Cruzada, los Puños Imperiales actuaron como reserva estratégica de las fuerzas del Emperador. Al ser capaces de desplegar sus efectivos de manera rápida y segura, los Puños Imperiales llevaron a cabo el golpe final en muchas batallas. Su capacidad para planear los ataques los hacía especialmente eficientes en los asedios y su gran capacidad de resistencia los convertía en unos excelentes luchadores en combate urbano.

Mortarion cumplió su juramento. Cuando se recuperó, se postró ante el extraño y puso su persona y a su Guardia de la Muerte a su servicio. Solo entonces reveló el Emperador su identidad al joven Primarca; le dijo que era su padre y lo que implicaba servirle: ponerse al mando de la decimocuarta Legión de Marines Espaciales del Adeptus Astartes.

Mortarion inculcó el salvajismo, la ausencia de remordimientos y la resistencia de su Guardia de la Muerte a la Legión creada a partir de su semilla genética; y cómo esta acabó adoptando como nombre de la Legión el nombre de su guardia personal. El poder de la Guardia de la Muerte fue reconocible desde el momento en que Mortarion se puso al mando de la Legión, pero el Primarca nunca llegó a integrarse en la sociedad imperial. Mortarion era un personaje sombrío, agitado y obsesionado por acabar con cuantos opresores había en la galaxia. La camaradería existente entre el resto de Primarcas le era extraña. El Diario de la Sombra de Bellerophan, bibliotecario de los Ángeles Oscuros, revela que, de todos ellos, solo había dos Primarcas por los que sintiese afinidad: el Acechante Nocturno, temido señor de los Amos de la Noche, y Horus, Señor de la Guerra del Imperio, mano derecha del Emperador. Horus era el que tenía en mayor consideración el valor de la Guardia de la Muerte. Acostumbraba a situar a Mortarion y su Legión en el centro de su línea de combate, ya que contaba con la incapacidad del enemigo para hacerles caer, con lo que él siempre podía tomar ventaja apoyándose en la inamovible posición de Mortarion o utilizarlo como el yunque sobre el que el martillo imperial, formado por sus Lobos Lunares o por los Amos de la Noche del Acechante, rompería al enemigo. Era una combinación efectiva y despiadada.

Lorgar lideró a su Legión a través de la Gran Cruzada, los Portadores de la Palabra buscando eliminar toda la blasfemia y la herejía que encontraban en el nuevo Imperio. Se destruyeron todo tipo de textos arcanos e iconos, e innumerables inocentes fueron sacrificados por, a juicio de los Portadores de la Palabra, la falta de fe en su comportamiento. Se supervisaron multitud de monumentos y catedrales venerando al Emperador. Los Capellanes de la Legión daban grandes sermones a las masas sobre la divinidad del Sagrado Emperador. El progreso de los Portadores de la Palabra era lento, pero la dominación de sus enemigos era total.

El descubrimiento de su maestro perdido no podía haber llegado antes para los Mil Hijos. Gran parte de la Legión, creada a partir de la semilla genética de Magnus, estaba predispuesta a sufrir mutaciones, una circunstancia para la que el Imperio no estaba preparado. Se formaron facciones que defendían que las mutaciones estables eran beneficiosas, como la denominada Gen del Navegante, que se da en el Navis Nobilite. El tercer ojo de los integrantes de las Casas de Navegantes les permite trazar una ruta por el Immaterium y hacer posible, por tanto, el viaje por la disformidad. Sin embargo, son muchos los que consideran que la naturaleza azarosa de las mutaciones humanas, cada vez más frecuentes, son una grave amenaza interna. Una Legión entera con el potencial para mutar era vista por muchos como algo muy peligroso. La decimoquinta Legión había sufrido terriblemente ante la descontrolada manifestación entre sus filas de gran cantidad de psíquicos y aquellos que consiguieron sobrevivir recibieron un entrenamiento tras el que se convirtieron en algunos de los bibliotecarios más poderosos de la época. Aunque fueron muchos más los que no lo consiguieron. Además, la cada vez mayor cruzada antimutantes que se estaba llevando en el Imperio había tomado el ejemplo de esta Legión como evidencia de los peligros de las mutaciones psíquicas. Las voces que pedían purgar de psíquicos el Imperio eran habituales y las que se alzaban contra los suprahumanos Marines de los Mil Hijos se encontraban entre las más estridentes. Magnus llegó justo a tiempo para salvar a la Legión de la amenaza de su destrucción. Magnus se llevó todo el contingente a Prospero, donde utilizó el poder de su intelecto para instruir a todos sus integrantes en la senda del psíquico.

Existen eruditos, especialmente entre los bibliotecarios de ciertos capítulos de Marines Espaciales, que sugieren que fue en este momento cuando se cruzó la línea. Creen que los intentos por controlar las destructivas mutaciones psíquicas de toda una Legión obligaron a Magnus a buscar atajos y caminos más peligrosos. Otros, entre los que se cuentan prominentes miembros de la Inquisición, sugieren que, de hecho, nunca existió tal línea, que la comunidad original de psíquicos ya estudiaba las artes oscuras antes de que Magnus llegase a ellos, así que su iniciación en ritos similares era inevitable. Otros postulan que lo que hizo que esto fuera inevitable fue la magnitud de la insaciable hambre de conocimientos del Primarca. Nunca se sabrá cuándo sucedió, pero llegó un momento en que tanto Magnus el Rojo como sus Mil Hijos intentaron alcanzar un conocimiento más allá de las disciplinas psíquicas y de los estudiosos y empezaron a practicar la hechicería.

Al principio, no todo el mundo notó la diferencia. Magnus se unió a la Gran Cruzada con fuerza. Dirigió a los Mil Hijos al lado del Emperador y al lado del resto de Primarcas reencontrados, de sus legiones y del resto de fuerzas de combate del Hombre. Combatieron en una gran campaña que los llevó más allá de Terra y en la que liberaron colonias aisladas hacía tiempo y conquistaron nuevos mundos por la gloria del Emperador. Al principio no llamó la atención que los Mil Hijos lograsen tantas victorias mediante la astucia y los engaños como mediante la fuerza de las armas. Después de todo, una victoria era una victoria. Sin embargo, cuanto más se expandía el reino del Emperador, más tenaz era la oposición que hallaba. Cada vez eran más las veces en las que los Marines Espaciales o el Ejército Imperial encontraban grupos de seres que les eran hostiles cuando llevaban a cabo la exploración de un planeta en busca de una colonia perdida de humanos. Estos cultos resistían gracias a los poderes que las entidades demoníacas de la disformidad les habían otorgado, poderes que ciego había que estar para no ver que eran muy parecidos a los que tenían los integrantes de los Mil Hijos de Magnus.

Macragge florecía como nunca antes. Macragge fue reconstruido casi por completo en poco tiempo y se construyeron mastodónticos edificios de marfil, acero y cristal. La gente prosperaba al tiempo que no esperaba recibir nada. Los ejércitos disciplinados y bien equipados de Macragge mantenían la paz del rey y las naves viajaban regularmente para visitar los sistemas vecinos. Era, en todos los aspectos, un modelo perfecto de sociedad humana; y, cuando el Emperador tuvo noticias de esta utópica civilización, tomó un navío estelar hasta Macragge para conocer a este legendario rey.

Cuando el Emperador se encontró con Roboute Guilliman, llevaba una armadura con un águila en su centro y un yelmo de bronce. Portaba una resplandeciente espada de energía y saludó a Roboute como a un igual. Roboute reconoció al instante al Emperador a partir de la descripción que su padre había hecho de él en su diario y supo enseguida que acababa de encontrar a su verdadero padre. El Emperador quedó sorprendido por la prosperidad y fuerza de este mundo e inmediatamente lo designó como base de los Ultramarines. Los Ultramarines habían sido creados a partir de la plantilla genética de Roboute y establecieron su base en lo alto del Valle de Laponis, en el que empezaron la construcción de su fortaleza, justo en el lugar en que Roboute fue encontrado.

El Primarca no tardó en asimilar las maravillas del Imperio y se puso al mando de la Legión de los Ultramarines. Como hasta ahora, el arte de la guerra era su mayor talento, y llevó a los Ultramarines de victoria en victoria, expandiendo más y más el reino del Emperador. Liberó incontables mundos del dominio alienígena o de los malvados renegados del Caos, pero, donde algunos de sus hermanos Primarcas no dejaban más que muerte y destrucción, Roboute dejaba paz y prosperidad. Todos los mundos liberados por los Ultramarines se unían rápidamente al Imperio y era renombrado el ingenio de Guilliman para planear las campañas de modo que la población y la industria del planeta sufrieran los menores daños colaterales posibles. En Macragge, la Fortaleza de Hera tomaba forma, un edificio de proporciones tan magnificentes que desafiaba a la mente humana por su grandeza. Cuando estuvo acabada, los Ultramarines que se habían quedado en el planeta para supervisar su construcción empezaron a reclutar soldados en Macragge y los sistemas circundantes. Las academias de entrenamiento formaban candidatos para la Legión y los Ultramarines no tardaron en recibir el primer grupo de guerreros nacidos y criados en Macragge. Los sistemas vecinos también proveían de guerreros a la Legión y, en poco tiempo, la de los Ultramarines se convirtió en la mayor Legión de todas.

Cuando la Gran Cruzada llegó a Olimpia, Perturabo juró lealtad al Emperador y, como era costumbre entre los Primarcas, este le cedió el mando de una Legión de Marines Espaciales y designó Olimpia como el planeta natal de la Legión.

No había tiempo que perder. Con la Gran Cruzada en pleno apogeo, Perturabo reclutó nuevos Guerreros de Hierro entre los olimpios y condujo una campaña relámpago contra el cercano mundo Roca de la Justicia y sus impíos Jueces Negros. Los nuevos reclutas sirvieron con eficiencia a la Legión y su triunfante regreso fue celebrado en el Fresco de Palímodes, que hoy en día solo conocemos gracias a fragmentos de algunas holograbaciones.

Los Guerreros de Hierro, liderados por Perturabo, eran unas devastadoras tropas de asedio. Como ingenieros expertos parcialmente entrenados por el Sacerdocio de Marte, se ganaron rápidamente una reputación impresionante. Pero, aunque los Guerreros de Hierro estaban decididos a servir a la Humanidad y a su Emperador, su especialización resultó ser una desgracia. La naturaleza de una guerra de asedio consiste en largos periodos de hastío y trabajo durísimo rotos por repentinas acciones de lucha sin cuartel de una brutalidad inimaginable. Ningún hombre, ni siquiera un Marine Espacial, puede resistir en el infierno eternamente, así que la fatiga de combate empezó a brutalizar a los Guerreros de Hierro. La costumbre dictaba que, cada vez que las líneas de asedio terminaban su labor, a los asediados solo se les podía dar dos opciones: rendirse o esperar una lucha sin cuartel. Con cada nueva campaña, los Guerreros de Hierro empezaron a preferir la segunda opción. La batalla representaba para estos Marines una pausa en su tediosa vida de trincheras.

Cuando la Cruzada avanzó, se establecieron muchas ciudadelas de los Guerreros de Hierro en los mundos liberados para garantizar una línea de comunicaciones segura. Se establecieron pequeñas guarniciones de Guerreros de Hierro en las nuevas fortificaciones. Mientras que Russ, Vulkan y Magnus se negaban a dividir sus fuerzas, Perturabo obedeció las órdenes imperiales con una amargura creciente. Los Guerreros de Hierro se estaban convirtiendo en una Legión formada por guarniciones dispersas en pequeños destacamentos por todo el Imperio. La famosa Fortaleza de Hierro de Delgas II, por ejemplo, estaba guardada por una guarnición de una sola escuadra de diez Guerreros de Hierro, a pesar de que la población estaba compuesta por ciento treinta millones de irritados habitantes. El resentimiento empezó a crecer entre las filas de la Legión y, particularmente, en el propio Perturabo.

Ferrus abandonó Medusa con gran pesar. Estaba dividido entre sus sentimientos de lealtad. Por un lado, estaban Medusa, que le había ayudado a madurar y a fortalecerse, y sus habitantes, a los que él había ayudado a medrar. Pero, por el otro, el sentido del deber que tenía hacia el Emperador era enorme. Sabía que su gente conseguiría sobrevivir sin él y que su Emperador, en cambio, le necesitaba. Además, ya le habían hablado de su Legión, un ejército creado a su imagen y semejanza. Pero, aun así, se sentía consternado ante el pensamiento de abandonar la tierra y las gentes que le habían formado en tantos aspectos.

La Legión de los Manos de Hierro, como llegó a ser conocida, combatió con valor por toda la galaxia acabando con todo aquel que se opusiese a la palabra del Emperador, ya que solo aquellos que le desearan algún mal a la Humanidad rechazarían sus enseñanzas divinas. Cuando fue necesario, la Legión reclutó a muchos de sus nuevos miembros en Medusa y estos guerreros resultaron ser muy resolutos tanto físicamente como a la hora de probar su fe. Ferrus creía apasionadamente en el intento del Emperador por unificar toda la Humanidad. Estaba convencido de que la Humanidad corría grave peligro y no solo por su propia culpa. Si no se mantenía unida, sería destruida poco a poco, parte por parte.

Vio a mucha gente débil a su alrededor y opinaba que aquella falta de firmeza se extendía como una plaga. Prefería ver aquellos débiles vestigios de Humanidad destruidos a pensar que pudieran llegar a suponer una amenaza, una fragilidad innecesaria que supondría una carga para el resto. En Medusa, los niños débiles eran expuestos a los elementos para que no se convirtieran en un estorbo para el resto de la comunidad. Asimismo, cuando llegaba el momento en que un adulto era ya incapaz de servir a la comunidad, dicha persona debía abandonar el clan. Aquellos que abrazaban las enseñanzas del Divino Emperador eran aceptados; aquellos que no, eran abatidos sin piedad. La falta de misericordia, tanto de la Legión como de su Primarca, aterrorizaba a aquellos que se oponían en su salvaje camino y muchos mundos se unían a la causa del Emperador solo por no sufrir el castigo que administraban estos insensibles guerreros y por el que se habían hecho famosos.

Fue en aquel momento cuando el Emperador llegó a este planeta, atraído por el aura psíquica del Primarca. El Emperador había observado durante un tiempo y en secreto a Angron desde la órbita y su corazón se había llenado de orgullo cada vez que Angron dirigía a la victoria al ejército de esclavos. Entonces decidió descender a la superficie del planeta y ofrecer a Angron el liderazgo de la Legión de Marines Espaciales de los Devoradores de Mundos y un lugar a su lado. Sin embargo, y para sorpresa del Emperador, Angron rechazó el ofrecimiento. Su lugar estaba aquí, con sus compañeros esclavos, y moriría antes de abandonarlos. Angron y los esclavos cavaron sus propias tumbas durante la noche, una manera de comunicar al enemigo que combatirían hasta la muerte. El Emperador sabía que, aunque Angron era un Primarca, fenecería en la inminente batalla; por ello, hizo que su navío descendiese hasta alcanzar una órbita inferior y teleportó a Angron lejos de Fedan Mhor. Sin su líder, la moral de los esclavos desapareció y todos fueron asesinados a la mañana siguiente por los ejércitos combinados de los diferentes gobernantes del planeta. En el espacio, mientras continuaba la Gran Cruzada, Angron acabó poniéndose al mando de los Devoradores de Mundos, pero nunca perdonó al Emperador que lo abdujera del planeta, lo que interpretó como una traición a su honor marcial.

Como sabía lo efectiva que era la psicocirugía para incrementar el poder de un guerrero, Angron ordenó a los tecnomarines de los Devoradores de Mundos que duplicasen el proceso y que utilizasen los implantes de su cabeza como ejemplo de lo que quería conseguir en sus soldados. No obstante, el arte arcano de esta tecnología se había olvidado hacía mucho tiempo y las primeras reproducciones que se llevaron a cabo eran poco fiables. Era habitual que se produjeran episodios de psicosis incontrolable en los receptores. Con el tiempo, los tecnomarines fueron capaces de crear implantes fiables que incrementaban asombrosamente la agresividad y la fuerza de un individuo, por lo que se instalaron en los cerebros de compañías enteras de los Devoradores de Mundos. Al principio, las compañías implementadas por estos medios obtuvieron grandes éxitos y no tardaron en ganarse una terrible reputación como tropas del terror. No tenían piedad alguna con sus enemigos, solo buscaban la sangrienta muerte al final de su espada sierra.
Título: Re: La Gran Cruzada
Publicado por: miguel en 01 de Marzo de 2007, 16:02:05
La Gran Cruzada (Parte III)

Al tiempo que los Marines Espaciales se veían forzados a avanzar más y más para conquistar un Imperio que no dejaba de crecer, esos soldados leales empezaron a ser trasladados de un planeta a otro. Al principio formaban parte de los acuartelamientos locales, pero luego pasaron a encargarse de �limpiar� los planetas ya conquistados por las legiones. Finalmente, cuando las legiones se acercaron a la Franja Este, el Ejército Imperial ya se encontraba al frente de las Cruzadas.

Aquí nace el concepto de regimiento. Estos se crearon para que pudieran ser transportados en las naves interestelares existentes en los tiempos de las cruzadas (lo que daba pie a regimientos de tres mil hombres, que cabían en una sola nave de transporte o en cualquier tipo de crucero de la época). En las cruzadas, el ejército y la armada funcionaban como una sola entidad y había comandantes que tenían control sobre ambos. Los regimientos se asignaban, comúnmente, a un navío en concreto y el despliegue de dicho navío traía consigo un grueso de tropas capaces de encargarse tanto de las tareas de aterrizaje como de las de acuartelamiento.

Esto permitía que con cada navío s desplegase un regimiento. Se trataba, sin duda, de una ecuación brutal pero necesaria, de esta manera, la pérdida de navíos en la disformidad o a manos del enemigo no conllevaba que el regimiento quedase desperdigado en varios navíos. Además, la importancia de mantener juntos a los soldados de un mismo planeta era primordial para crear un lazo de unión entre ellos. En muchos casos, los habitantes de un planeta apenas podían entender el idioma de los del otro, y mucho menos las costumbres, las tácticas o el equipo especial que determinaban la eficiencia de una formación de combate.

Cada Primarca pugnaba por destacar en excelencia ante los ojos del Emperador y, entre ellos, ninguno más que Leman Russ, Primarca de los Lobos Espaciales. Solo Horus y Lion El?Jonson superaban sus victorias (lo que, para él, significaba una frustración constante). Fue en el mundo de Dulan, en el que los Lobos Espaciales luchaban junto a los Ángeles Oscuros, donde estos problemas estallaron en conflicto. El Tirano Durath había insultado personalmente al Emperador al sacrificar a miles de sacerdotes imperiales a su deidad demoníaca, así que tanto Russ como Jonson deseaban tener el honor de acabar con la herejía. El terco Primarca de los Lobos Espaciales se encendió de ira cuando Durath proclamó que Russ era el "perrito faldero del Emperador" y que serviría de alimento a su mascota Grox.

Russ juró que le separaría la cabeza de los hombros y pidió a los Ángeles Oscuros que permitieran a los Lobos Espaciales efectuar un asalto inmediato a la Fortaleza Carmesí del Tirano. Jonson había pasado varios días observando los puntos débiles de la fortaleza, planificando meticulosamente el ataque; por lo tanto, no iba a consentir que un bárbaro impetuoso arruinara sus planes cuidadosamente elaborados. Así que rechazó la petición de Russ e inició el asalto a la fortaleza sufriendo un número de bajas notablemente reducido. Russ, ocupado en un violento combate en la base de la muralla, solo pudo aullar de rabia cuando vio cómo Jonson abatía a Durath en lo alto de la fortaleza. Tras la batalla, Russ corrió por los salones de la fortaleza y le asestó a Jonson un golpe en la cabeza. Los dos Primarcas lucharon durante un día y una noche, cada uno incapaz de superar la destreza de su rival.

Al final, la pareja se derrumbó, exhausta, y Russ empezó a reír al darse cuenta de lo cómico de la situación. Pero Jonson no rió. Pensaba que el primer golpe de Russ había sido a traición, así que, mientras el Primarca de los Lobos Espaciales reía, Jonson lo golpeó dejándolo inconsciente. Entonces consideró que su honor estaba satisfecho. El postrado Russ fue sacado de la fortaleza por sus hombres y, cuando recobró la consciencia, los Ángeles Oscuros ya habían partido para luchar en la campaña de Alisore. Russ juró que se vengaría por la mácula en su honor y, hasta ahora, cada vez que los Lobos Espaciales y los Ángeles Oscuros se encuentran uno de sus hombres debe volver a librar el antiguo duelo igual que los Primarcas para que el honor de ambos pueda quedar satisfecho.                                                  
Nombrado por primera vez como 63-8 en los mapas estelares, Davin era una luna habitada desde la época del Gran Éxodo Intergaláctico. Fue bendecido con una civilización rica, sofisticada y muy floreciente pero el aislamiento que produjo la Era de los Conflictos redujo a Davin a un planeta salvaje y anárquico, lo que fue un planeta civilizado se convirtió en el campo de batalla de feroces tribus de salvajes guerreros.
 
Paso el Tiempo y Davin fue regido por un conjunto de Logias Guerreras. Las Logias proclamaban ideales marciales y de honor entre las tribus y prácticamente cada tribu esta adscrita a una de ellas. Cada Logia tenía un animal totémico como símbolo: así surgieron las Logias de la Serpiente, el Oso, el Halcon o el Cuervo, por nombrar algunas. Las Logias eran dirigidas por un grupo de oscuros y siniestros sacerdotes-monjes que establecían las arcanas normas de cada Logia.

Cuando las 63ª fuerza expedicionaria, comandada por Horus, llego a Davin encontró un mundo abrasado por el sol, con frondosos bosques de altos y fuertes árboles que se alternaban con la rala maleza que surgía de un suelo de barro calcinado con desiertos infestados de serpientes y ricos valles fluviales. Dispersas por la superficie de Davin se alzaban melancólicas ruinas, recuerdo de un pasado mas glorioso. Los habitantes se dividían entre las tribus nómadas que poblaban el desierto y los que vivían en pueblos flotantes en los valles fluviales.

Los davinitas en un principio no aceptaron unirse al imperio y pelearon ferozmente pero sin éxito contra las tropas de Horus, que vencieron de una forma aplastante a las tribus en una campaña rápida y con apenas bajas para los Lobos Lunares. Impresionaron a Horus los davinitas por su falta de malicia, su sentido del honor y su valor en batalla y tras firmar una paz justa con las tribus, proclamó que aquella gente tenia mucho que enseñar al Imperio, forjándose unos fuertes lazos entre las tribus y los Lobos Lunares.
 
Solían acompañar las huestes de la Cruzada numerosos ciudadanos imperiales como eruditos, sabios y demás gente no militar que fueron de gran ayuda para que los davinitas abrazaran con entusiasmo los ideales y la grandeza del Imperio. La tarea de expandir el credo imperial por el planeta recayó en la 17º Legión, los Portadores de la Palabra. Kor-Phaeron ordenó a Erebus, Jefe Capellán de la Legión, que se encargara de que la luz de la verdad llegara a todos los rincones del planeta.

Engrosadas sus filas con los nuevos reclutas procedentes de Chemos, el planeta natal de la Legión,  y la Tierra, los Hijos del Emperador reunieron, finalmente, una fuerza capaz de emprender su propia cruzada, así que Fulgrim dirigió orgullosamente a sus guerreros hacia lo desconocido. Llevó la palabra del Emperador a innumerables mundos y aplastó toda resistencia con la certeza de que quien luchaba contra el Emperador luchaba contra la propia Humanidad. De entre las crecientes filas de su Legión, Fulgrim escogió a unos pocos individuos, los más bravos, fuertes y nobles, les nombró Maestres Comandantes y asignó a cada uno el mando de una Compañía completa. Fulgrim los instruyó personalmente y se aseguró de que fueran merecedores de representar al Emperador. A su vez, los Maestres Comandantes transmitían las palabras de Fulgrim a los oficiales bajo su mando, quienes las transmitían a sus escuadras. De esta forma, a través de sus líderes, cada Marine Espacial de la Legión de los Hijos del Emperador seguía al Emperador en persona. Para honrar a este último, debían buscar la perfección en todas las cosas: la doctrina de batalla se obedecía al pie de la letra, las tácticas y estrategias se estudiaban hasta el más mínimo detalle, y se perfeccionaban del mismo modo, y los decretos del Emperador eran memorizados literalmente por cada Marine Espacial. Aunque los Hijos del Emperador, como otras Legiones, consideraban al Emperador un hombre y no un dios, su reverencia y adoración hacia él rozaban el fanatismo.

En la corte imperial había gente que sospechaba de los métodos utilizados por los Mil Hijos. Entre ellos destacaba Mortarion, señor sepulcral de la Guardia de la Muerte, que sabía muy bien debido a su propio sombrío pasado que los poderes oscuros nunca llegaban solos. Leman Russ, Primarca de los Lobos Espaciales, para quien luchar mediante las artimañas y el engaño era deshonroso, se unió a las voces críticas para con los Mil Hijos. El cisma llegó a ser tan grande que amenazó con romper el nuevo orden establecido, por lo que el Emperador de los Hombres convocó un concilio para resolver el asunto de una vez por todas. Los más importantes ponientes de cada bando se reunieron en el planeta Nikaea para debatir y a este debate asistió el propio Emperador, que se sentó en un trono sobre un estrado para ejercer de árbitro. El concilio se llevó a cabo en un antiguo anfiteatro en el que se concentraron decenas de miles de personas. Allí, bajo la resplandeciente luz de la luna, los cazadores de brujas presentaron el caso.

Recitaron una letanía en la que hablaban de los terribles daños causados a los propios súbditos del Emperador por hechiceros esclavizados por monstruosidades caóticas, por mutantes incapaces de controlar aquello en lo que se habían convertido y por déspotas que ponían el regalo psíquico que se les había otorgado al servicio de propósitos oscuros y egoístas. El propio Magnus habló para defenderse de estos cargos. Subió al estrado en silencio, mientras su semblante parecía reconocer todo lo que los cazadores de brujas habían dicho. Pero, cuando empezó a hablar, quedó claro que ninguno de sus acusadores podía igualar el carisma y la presencia de un Primarca de los Marines Espaciales y mucho menos la convicción que traslucían sus afirmaciones.

Magnus explicó a la cámara que ningún conocimiento está corrupto en sí mismo y que intentar alcanzar la sabiduría no estaba mal siempre que aquel que la buscaba fuese maestro en aquello que había aprendido. Y Magnus decretó con firmeza que no había secretos de los que los Mil Hijos no fuesen maestros, que no había senda, por muy laberíntica que esta fuese, que ellos no conocieran a la perfección. Cuando bajó del estrado, el concilio estaba mucho más dividido que nunca: el planteamiento del caso de los cazadores de brujas había causado gran impacto, pero no había tenido la suficiente fuerza como para neutralizar la persuasividad del Primarca de los Mil Hijos. La asamblea se preguntaba abiertamente si el Emperador sería capaz de tomar una decisión contraria a uno de sus propios hijos.

La tensión había alcanzado un punto en que los nervios estaban a flor de piel y los actos de violencia no tardarían en hacer acto de presencia cuando un contingente de bibliotecarios de los Marines Espaciales se acercó al estrado. El Emperador los saludó con un inclinamiento de cabeza y todo el mundo se calló, puesto que entre estos bibliotecarios era evidente la presencia de los jefes de algunas de las más importantes legiones del Imperio. Estos guerreros místicos formaron un círculo en torno al podio para indicar que les representaría una sola voz, pero fue un joven epistolario el que se adelantó para hablar. Aunque la historia no recuerda su identidad, se dice que habló con una pasión tal que rozaba la ferocidad y que ofreció a los allí reunidos una tercera alternativa. Dijo que un psíquico, al igual que un atleta, era un individuo con un don cuyo talento natural debía ser educado. Los psíquicos no eran malvados por naturaleza. Dijo que la hechicería era un conocimiento que debía alcanzarse, por el que incluso había que regatear, y que nadie podría nunca saber si había conseguido el mejor precio. El resto de bibliotecarios permanecían unidos a su alrededor y propusieron que la educación de los psíquicos humanos se convirtiese en una prioridad para que sirviesen lo mejor posible a la Humanidad. La conducta hechiceresca sería castigada eternamente como herejía contra la Humanidad.
 
El compromiso presentado por los bibliotecarios ofrecía algo a ambas partes y parecía ser lo que el Emperador había estado esperando. De hecho, se puso en pie y declaró como ley esta idea sin dejar que nadie le replicase y los Edictos de Nikaea han sido hasta este milenio parte de la política imperial en lo que se refiere a las mutaciones psíquicas humanas. Pero esta no fue una decisión que satisficiera a Magnus. El Grimorio Hereticus recoge la dura confrontación entre padre e hijo cuando el propio Emperador impidió que Magnus dejase el lugar a modo de protesta. Ordenó a Magnus que abandonase sus prácticas de hechicería y encantamientos y la búsqueda de todo conocimiento referente a la magia. Se cuenta que la cara del ciclópeo Primarca estaba tensa como la piedra mientras recibía la orden de su padre, lo suficientemente tirante como para romperse, pero el Primarca de los Mil Hijos se inclinó ante el Emperador y juró que tanto él como su Legión obedecerían. Ni el Emperador ni el Primarca sabían que esta sería la última vez que se verían; ni que estaban en marcha los acontecimientos que fomentarían que la traición, el derramamiento de sangre y el dolor alcanzasen su clímax.

La Cruzada de Ullanor se inicio en el año 124-125 del milenio 30.
 
El Sector Ullanor era el dominio de Urlakk Urg, posiblemente el Orko más poderoso de su época. Su Imperio fue fundado sobre docenas de planetas Humanos conquistados y esclavizados bajo su gobierno. Sabiendo el amor de los Orkos por la guerra, Horus planteo la batalla de forma magistral, atrayendo a las fuerzas orkas lejos de sus verdaderos objetivos. Y el verdadero objetivo de Horus era Urlakk Urg, pues sabia que descabezando a las fuerzas orkas, estas podrían ser eliminadas una a una fácilmente, por mucho espacio que ocuparan.

Se desconoce el total de fuerzas involucradas en este conflicto, pero dejaron en ridículo las movilizaciones anteriores de tropas en otras campañas. Se movilizaron a varias legiones de Marines, a la armada imperial, titanes, regimientos enteros de la recién creada Guardia Imperial, Legio Cibernética, etc.

Mientras las fuerzas imperiales atacaban y liberaban planetas de la periferia del sistema, atrayendo a las fuerzas orkas y dispersándolas, los Lobos Lunares lanzaron su flota directamente hacia el sistema central.
 
El plan de Horus fue como poco, brillante:
 
Primero lanzo capsulas de desembarco directamente alrededor del palacio de Urlakk Urg y mientras aseguraban el perímetro varias naves de desembarco aterrizaban y desplegaban tanques y artilleria. Cuando los Orkos se lanzaron a las murallas para defender el palacio, Horus se teleportó con toda su 1ª Compañia equipada con armaduras de exterminador directamente contra la torre central, donde los espías informaron que se encontraba el Señor de la Guerra Orko. Esto provoco que los orkos dividieran sus fuerzas en 2, unas defendían las muralla y otras atacaban a los exterminadores. Mientras Horus dejaba a los exterminadores encargándose de los orkos, subió torre arriba con su escolta personal de 10 exterminadores, al mando de Abbadon y llego a la cámara donde le esperaban Urlakk Urg y una escolta de cuarenta nobles.
 
Horus se lanzó directamente contra ellos para llegar hasta Urlakk y le siguieron sus exterminadores, que no dispararon por miedo a herir a Horus ya en medio de los orkos abriéndose paso con sus cuchillas relámpago. Horus alcanzó rápidamente a Urlakk y acabo con el con una facilidad insultante, lanzando su cuerpo desde lo alto de la torre. Los orkos al ver esto, se desmoralizaron y trataron de huir pero al estar encerrados por dos frentes fueron masacrados.
 
En la torre habían muerto todos los nobles y todos los exterminadores salvo Abbadon que había acompañado a Horus en la torre.

Cuando la noticia se extendio por el sector, el poder Orko se fragmento y tal como predijo Horus fueron fácilmente aniquilados, liberando el cuadrante en unos 6 meses/1 año.

En el 125.30 el emperador hizo esta declaración:

"Horus, tu eres para mi como un hijo. Juntos hemos luchado y conquistado la galaxia.
Esta es la mayor y mas gloriosa victoria jamás conseguida para el Imperio. Mis días como soldado tocan a su fin y es tiempo de que vuelva a Terra para consolidar lo que se ha vuelto a reunir bajo mi mandato.
 
Por eso te nombro Señor de la Guerra. Que todo el mundo sepa, desde el soldado más humilde al general más poderoso que tus palabras valdrán tanto como si hubieran salido de mis propios labios.

Además, ordeno que a partir de ahora tu Legión pase a llamarse, en honor a su victoria en Ullanor y en el tuyo propio: HIJOS DE HORUS.

Habla con prudencia sobre todo con tus hermanos Primarcas, pues es fuerte su carácter, su espíritu y diferentes sus modos de actuar. Se que podrás sacar lo mejor de cada una de sus habilidades y especialidades.
 
Tienes muchos mundos que liberar, gente a la que rescatar de la oscuridad. Deposito toda mi confianza en ti.
 
SALVE HORUS! SALVE SEÑOR DE LA GUERRA!!"
Título: Re: La Gran Cruzada
Publicado por: miguel en 01 de Marzo de 2007, 16:05:51
La Gran Cruzada (Parte IV)

Cuando volvió a Terra para construir la capital desde la que gobernar un Imperio compuesto por millones de mundos, el Emperador se llevó a Rogal Dorn con él. A Dorn se le asignó la tarea de fortificar el palacio del Emperador, un honor que no pasó desapercibido al resto de los Primarcas.

El anuncio del nuevo título de Horus como Señor de la Guerra no cayó igual de bien entre todos los Primarcas. Algunos, como Sanguiniums o Fulgrim estaban complacidos con la elección, mientras que otros como Angron o Perturabo estaban furiosos al saber que Horus tenía poder sobre ellos. Perturabo además se molestó aún más al saber que Rogal Dorn y sus Puños Imperiales se destinaban hacía Terra para servir en la Guardia Pretoriana del Emperador, un honor para el que Perturabo veía mucho más adecuado a su Legión.

Durante todo este tiempo, Rogal Dorn no buscó ningún trato de favor y se guió según los preceptos de la verdad, el coraje y la humildad más que cualquier otro Primarca. Aunque a algunos Primarcas les molestaba su proximidad al Emperador, la mayoría lo tenía en gran estima. La fuerte enemistad entre Dorn y Perturabo, Primarca de los Guerreros de Hierro, era la más destacada excepción. Una de las cualidades de Dorn era que siempre decía la verdad. En Schravann, los Guerreros de Hierro obtuvieron una gran victoria cuando asaltaron el último refugio de los Badoon.

Abrieron brecha en las defensas enemigas y resistieron mientras el resto de legiones tomaban la ciudad. Durante el festín para celebrar la victoria, Horus proclamó que Perturabo había sido el mayor experto en asedio de toda la cruzada. Fulgrim, Primarca de los Hijos del Emperador, palacio del Emperador aguantarían el embate de los Guerreros de Hierro. Dorn consideró todas las opciones durante un momento y contestó que las defensas del palacio imperial eran inexpugnables. Perturabo se enfureció y dedicó una retahíla de injurias a Dorn, acusaciones infundadas tan duras que los presentes se quedaron atónitos. Después de esto, dejaron de hablarse y sus legiones no volvieron a servir juntas en la misma campaña. Los Puños Imperiales se mantuvieron al lado del Emperador y los Guerreros de Hierro se convirtieron en la vanguardia de Horus.

Los indiscutibles éxitos de los Guerreros de Hierro demostraron que eran tan "aptos", que se convirtieron en la elección automática cuando se trataba de una misión de asedio o de protección. Pero toda tropa necesita tiempo para descansar y reorganizarse si quiere estar en plenas condiciones. Es evidente que alguna autoridad decidió mantener a los Guerreros de Hierro en acción pese al daño que aquello les estaba ocasionando.

Después de que los Puños Imperiales obtuvieran una gran victoria contra los Orkos en los desiertos de ceniza de Necromunda, los señores de la colmena permitieron a Dorn que reclutase aspirantes entre la población a modo de agradecimiento. Se consagró de la manera pertinente una fortaleza capilla, pero los Puños Imperiales se establecieron en ella como invitados honorables, no como señores. Rogal Dorn no pedía tener derechos especiales sobre los mundos en los que reclutaba aspirantes. Algunos Primarcas, como el cada vez más frívolo Perturabo, no perdían oportunidad de establecerse en un mundo y exigir su regencia. Dorn, en cambio, era famoso por su frase: "Quiero reclutas, no vasallos" y estaba contento de mantener su Legión como una unidad militar, sin ninguna de las responsabilidades civiles que entrañaba un mundo natal.

Sin duda alguna, es cierto que los demás Primarcas se mostraban distantes con Perturabo. Esto puede atribuirse a su genio técnico, que sobrepasaba, con mucho, el de cualquier otro Primarca. Perturabo podía rivalizar en conocimientos con cualquier Magus del Adeptus Mecánicus, ya fuera discutiendo sobre motores de disformidad como sobre macrocañones. Esto se refleja en la manera en que se registraron sus hazañas en las crónicas que nos han llegado de aquellos tiempos. En una famosa historia que describe la ocasión en que Leman Russ y Jaghatai Khan aniquilaron a los Orkos al mando del Señor de la Guerra Perro de la Guerra Masshogg, Perturabo figura solo como el "camarada" que calculó la manera óptima de atravesar las defensas orbitales bajas de Masshogg.

Los Cicatrices Blancas participaron en algunas de las batallas más sangrientas de la Gran Cruzada y el rápido estilo de guerra relámpago que Jaghatai había utilizado en las estepas resultó igualmente efectivo en las batallas de pesadilla de mundos lejanos.

Mientras, el Emperado estaba en Terra organizando la infraestructura de su nuevo Imperio. Creó el Concilio de Terra, un cuerpo de burócratas y nobles que administrarían los recursos de la galaxia en lo que fue conocido como el Diezmo Imperial, así como otro tipo de obligaciones del día a día para los diferentes planetas Imperiales.

Las noticias de la creación del Concilio de Terra y los últimos edictos de los burócratas enfadaron aún más a los Primarcas. No comprendían porqué ellos, los más grandes campeones del Emperador, que habían dado su sangre a lo largo y ancho de la galaxia en miles de mundos para reunificar a la raza humana, no tenían un asiento y una voz en este nuevo cuerpo regente Imperial.

Mortarion encontró en el carismático Señor de la Guerra un mentor que parecía entender sus objetivos y apreciar sus métodos. De hecho, Mortarion parecía tan cercano a Horus que se cree que al menos dos Primarcas, Roboute Guilliman de los Ultramarines y el siempre vigilante y taciturno Corax de la Guardia Implacable, se dirigieron al Emperador con temores sobre para quién era la verdadera lealtad de la Guardia de la Muerte. En ese momento, la historia de cómo el Primarca había tenido que inclinarse ante el Emperador tras su fallo era conocida por todos y cualquiera que le conociese sabía que Mortarion se irritaba cuando la oía. Pero se dice que el Emperador acabó con los rumores sobre su lealtad diciendo: "La lealtad a Horus es, de hecho, lealtad al Emperador".

El problema es que el Emperador nunca estuvo tan equivocado...

El Emperador no estaba nada complacido con la falta de progresos de los Portadores de la Palabra, y aún estaba más contrariado con su fanatismo religioso. Uno de los objetivos principales de la Gran Cruzada era liberar a la humanidad de la lacra de la religión y el Emperador en persona reprendió a Lorgar, informándole de que su tarea era la de liberar a los mundos humanos de alienígenas, no volver a esclavizarlos bajo una nueva forma de tiranía. Lorgar incluso guardó penitencia por esta reprimenda, llevando cilicios durante un mes. A punto estuvo el Emperador de volver a llamar a Lorgar por su lentitud de progresos cuando le llegaron noticias en las que los Portadores de la Palabra habían liberado varios mundos de forma bastante rápida. Satisfecho, el Emperador volvió a sus obligaciones aunque esta vez, los planetas ya no fueron liberados en nombre del Emperador.

Cuando sus Marines Espaciales caían en batalla, el Acechante Nocturno reclutaba iniciados en el planeta Nostramo. Sabía que los ciudadanos de este sistema le obedecerían sin rechistar y estaba convencido de que lucharían por la causa del Imperio con la misma dedicación con la que le servían a él. Pero lo que el Acechante Nocturno no sabía era que Nostramo había vuelto a la sociedad corrupta y decadente que tenía antes de su llegada. Solo los más rudos criminales habían sobrevivido sanos y fuertes al nuevo Nostramo; fueron justo estos hombres sin escrúpulos los que acabaron engrosando las filas de los Amos de la Noche. Surgieron cultos de guerreros entre estos reclutas de ojos color azabache y piel pálida, se llevaron a cabo pactos y se hicieron juramentos. Los incidentes en los que los Amos de la Noche acababan con poblaciones civiles durante un ataque a un objetivo militar incrementaron de manera alarmante.

Aunque un hijo del Emperador no tenía que responder ante nadie excepto ante el propio gobernante de la Humanidad, el comportamiento del Acechante Nocturno empezó a ser visto con recelo por sus hermanos Primarcas. Las cicatrices del modo de vida que había llevado en Nostramo empezaron a hacer mella en él. Aunque pasaba tiempo con sus iguales, la distancia que mantenía con ellos no le permitía llegar al nivel de camaradería que existía entre los demás Primarcas. Todavía sufría ataques en los que se convulsionaba y tenía visiones de su propia muerte y de los Amos de la Noche luchando guerra tras guerra contra las otras legiones del Adeptus Astartes. Pero, a pesar de la preocupación de sus compañeros, nunca dejó que una sola palabra de estas visiones saliese de su boca. Esta soledad no tardó en desembocar en paranoia y la separación entre el Acechante Nocturno y el resto de Primarcas se hizo todavía mayor.

El problema de las creencias heréticas del Acechante Nocturno no quedó al descubierto hasta pasado un tiempo y solo gracias al lazo que el Primarca mantenía con Fulgrim, su tutor de entonces. El propio punto de vista de Fulgrim pudo haberle ayudado a comprender la retorcida lógica del Acechante Nocturno.

El Acechante Nocturno empezó a confiar en Fulgrim cuando este salió en su defensa durante una disputa. Parece que, tras esto, el Acechante Nocturno pensó que le podía confiar sus miedos a Fulgrim. Le contó cómo había visto su muerte a manos de su padre en decenas de visiones y que los hijos del Emperador se matarían entre ellos en vez de a manos del enemigo. También le dijo que la luz que el Emperador había llevado a Nostramo acabaría con el planeta para siempre.

Fulgrim contó estas confidencias a Rogal Dorn, que se ofendió ante este desaire al Emperador. El siguiente extracto habla del momento en el que Rogal Dorn recriminó sus palabras al Acechante Nocturno. Por lo que cuenta el extracto, resulta evidente que ambos llegaron a las manos. El fragmento es parte de una grabación llevada a cabo por la Princesa Ichabod Lethrai en el banquete para celebrar la pacificación del Sistema Cheraut en 7232826.M29. La grabación se conserva en aceites para evitar su degeneración y es uno de los textos mejor guardados de la Biblioteca Sanctus.

"�Rogal Dorn yacía en el suelo. La sangre cubría sus ropajes y tenía varias heridas en el torso. La gigantesca y pálida figura del Acechante Nocturno se erguía como una gárgola sobre él. Su cuerpo estaba cubierto de sudor y su pelo cayó sobre sus ojos azabache cuando nos miró. Aunque estaba sollozando, el gesto de su cara reflejaba odio y culpabilidad en igual proporción".

No se detalla lo que siguió a estos incidentes, pero parece que los Primarcas llevaron a cabo una reunión al margen del Acechante Nocturno, que estaba recluido en sus aposentos. No se sabe la decisión que tomaron, pero sus efectos están claros si tenemos en cuenta la reacción en cadena que tuvo lugar y que dio paso a la época más oscura de la historia del Imperio.

Cuando el concilio de los Primarcas terminó horas después, descubrieron que el Acechante Nocturno había desaparecido tras acabar con la guardia de honor que le custodiaba en sus aposentos. Las paredes, el techo y el suelo de la habitación y del corredor por los que había huido estaban llenos de sangre y esquirlas de hueso. El Acechante Nocturno había movilizado las naves de su Legión. Cuando los Primarcas reunieron suficientes naves para perseguirle, él ya había saltado a la disformidad.

Sin las habilidades sobrenaturales y la presciencia increíble de los Primarcas, muchos de los perseguidores del Ángel Oscuro se habrían perdido aquel día al adentrarse las naves en el corazón del Empíreo. El viaje pudo haber durado días o meses, puesto que el tiempo es maleable en la disformidad. Lo único cierto es que, a pesar de su valiente persecución, sus hermanos Primarcas llegaron demasiado tarde.

Las naves de los Amos de la Noche orbitaban alrededor de Nostramo y cientos de armas apuntaban a aquel planeta, iluminadas por el sol moribundo de aquel sistema. Mientras la nave insignia del Acechante Nocturno abría fuego sobre el planeta con sus armas de destrucción masiva, las naves que habían podido seguir el ritmo de su Primarca emergieron de pequeñas distorsiones en el espacio y se unieron al ataque.

Rayos y rayos de luz incandescente se unieron a la mortal lluvia. Todos ellos apuntaban al mismo lugar: el punto débil de la corteza de adamantio de Nostramo, el lugar en el que había aterrizado el Primarca a su llegada al planeta. Los láseres de las naves de los Amos de la Noche se fundieron en una brillante lanza de luz que alcanzó el núcleo del planeta. Tras el cataclismo de explosiones, el planeta oscuro había dejado de existir.

Tras este horrible acto, el Acechante Nocturno empezó a escuchar las palabras del Caos. Ahora estaba peligrosamente trastornado y fue dejando por la galaxia un rastro de planetas devastados. Los pretextos que daba el Acechante Nocturno para asaltar los diversos mundos eran cada vez menos creíbles. Las naves de reconocimiento imperiales empezaron a enviar a la sala del trono del Emperador informes de lo que estaba aconteciendo.
 
Las atrocidades que los Amos de la Noche estaban llevando a cabo en nombre del Emperador eran horribles. Estos actos blasfemos y la violencia sin medida tenían el sello de los Amos de la Noche, cuya flota no frenaba su avance como si esto fuera a evitar el castigo que les aguardaba. La Legión pasó del daño físico de la tortura y el sadismo al daño psicológico. Los guerreros de armaduras oscuras ralentizaron su orgía de destrucción para llevar a cabo premeditadas campañas de terror psicológico. Se convirtieron en carniceros del dolor y de la desesperación y se pasaban semanas sembrando el terror entre la población de un planeta y alimentando sus mayores miedos. Los Amos de la Noche invadían aquellos planetas más desvalidos y peor defendidos, cuyas poblaciones no podían entender el infierno que había desembarcado en su mundo.

El Acechante Nocturno había abandonado su cruzada en nombre del Emperador, a quien acusaba de hipócrita sin el coraje de reconocer que sus propias doctrinas eran igual de extremistas. Ahora, el Primarca luchaba en nombre de la muerte y del miedo, convencido de que tendría éxito en su maligna empresa. El Acechante Nocturno cambió físicamente durante este tiempo; sus labios casi desaparecieron, su estructura muscular le hizo encorvarse y sus manos se transformaron en terroríficas garras.
Título: Re: La Gran Cruzada
Publicado por: Gonfrask en 02 de Marzo de 2007, 00:43:08
Muy buena recopilacion de nuevo, resulta un poco lioso seguir el texto porque en ocasiones no queda claro como encuentra a los primarcas, por ejemplo Russ, no dices que el Emperador sintio su presencia y lucho con él, sino que directamente Russ se adaptó a su función, es un salto en el texto bastante brusco y rompe la lectura.
Otra cosa que dices y que siempre me ha resultado curiosisima es como Dorn se encuentra con el Emperador, ya que es el unico Primarca que fue a buscarle y no que fue encontrado por el Emperador (bueno, Alfarius de hecho fue descubierto por Horus pero eso es otra cosa).
Eso si, a la Legion de Fulgrim no se le dio el derecho del Aguila desde el principio, creo que fue despues de una campaña especialmente dura.
Título: Re: La Gran Cruzada
Publicado por: miguel en 02 de Marzo de 2007, 08:14:00
La forma en que el emperador va conociendo/encontrando a los Primarcas lo he recopilado en otro texto, del que subiré el de los últimos cuatro Primarcas que es lo que no aparece en la web de GW.

La verdad es que tienes razón, no sólo con Leman russ, pasa con muchos Primarcas en todo el texto, pero es que en total son 17 hojas de word de recopilación, y las de la Herejía van casi por el mismo camino, así que al final opté por no dar mucha importancia al encuentro entre Emperador y Primarca, ya que hay abundante información sobre todo ello en la web de GW.

Tienes por ahí el relato de los Hijos del Emperador y lo del Águila? Lo que he puesto ahí sobre ese tema se supone que es trasfondo oficial.

un saludo
Título: Re: La Gran Cruzada
Publicado por: zadeus en 02 de Marzo de 2007, 12:37:10
WAW! Sinceramente, me gustaria saber como encuentra Horus a Alpharius y como este se vuelve oscuro, y si muere, porque eso no sale en el nuevo codex del caos, ni si muere ni si es un principe demonio, creo...

Que se sabe de los dos primarcas de las dos legiones borradas? es un completo misterio para mi, e oido cosas de la LEGION de los condenados, pero no se, no me acaba de convencer...
Título: Re: La Gran Cruzada
Publicado por: miguel en 02 de Marzo de 2007, 13:17:29
Esta misma tarde pongo el relato de 4 de los 5 Primarcas que faltan en la web de GW, porque de Horus si que no se sabe nada.

Pero así de cabeza, las tropas de Alpharius atacan una nave de exploración de los Hijos de Horus y la asaltan. Luego llega Horus y entra también en la nave, mata a cuatro de los cinco asaltantes pero el quinto esquiva sus disparos. Se miran y se reconocen como hermanos.

Horus no lo lleva ante el emperador, sino que se aprovecha de su ingenuidad y le enseña sobre táctica militar, sindo por esto Alpharius uno de los Primarcas más avanzados en este campo.

Ahora mismo sigo recopilando información, así que como muere o si se convierte en demonio no lo se.

Sobre las dos legiones desaparecidas no hay datos oficiales.

saludos